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Directo como un cohete, contundente como una mula, con balas de calibre del ocho. Al Madrid no le hace falta asociación, ni toque ni fluidez. Tiene arriba a cuatro con una calidad del diez y detrás a un enemigo a las puertas, un francotirador como Xabi Alonso. Al de Tolosa le das un metro y te pone el balón a cincuenta o sesenta metros con una mira telescópica de precisión excelsa. [Narración y estadísticas]
El Ajax controló el partido durante muchos minutos, manejó, movió y aprovechó la partición de un Madrid que tenía a seis detrás y metros, muchos metros más arriba los cuatro magníficos con Ozil y Kaká juntos, que son bocata di cardinale. Los de Frank de Boer aparecieron como una damisela de vestido rosa y modales florentinos, aseados, bonitos, encandilados consigo mismos, pero blanditos, sin dientes, con amagos al aire, nada con que hincar el diente. [Fotogalería: las mejores imágenes]
El Madrid le vio el farol al segundo siete, cuando Eriksen tuvo una ocasión pero se estrelló con Casillas, ese al que no acobarda nada ni nadie, de esos que te ve el brazo (la pierna en este caso) y ya sabe si lo va a lanzar o se va a poner rojo de vergüenza. Los de Mourinho, es justo decirlo, no jugaron muy allá. No controlaron el choque porque sus líneas estuvieron muy separadas, sin escalonar Khedira y Xabi Alonso y sin que Ozil o Kaká dieran un paso atrás para enlazar líneas. El Ajax aprovechó el lance para entrar en el terreno madridista y tocar y tocar, pero sin dar un paso adelante, como si le impusiera la presencia del estadio, la hierba, el rival, la grada...
Los holandeses presionaron muy arriba mientras tuvieron fuerzas, pero una vez que el Madrid superó la primera barrera se encontró face to face ante la zaga holandesa, que va bien de cara arriba, pero mal de nuca hacia atrás, porque, al igual que el resto, son blanditos de manteca. En cuanto el Real le pilló una contra —y menuda contra— lo mató. Fue una asociación de los cinco grandes a un solo toque. En cuanto el balón llegó a Ozil el Ajax estaba muerto. Apertura precisa, la exacta, y luego Benzema (fallón en exceso) la puso exacta. Golazo de Cristiano.
Puntilla final
Otra vez los de De Boer a remar, para nada, para apenas avanzar, para seguir viendo la orilla lejos. También Xabi Alonso veía lejos a Kaká, pero le metió un pase de cincuenta metros justo al segundo cordón de la bota derecha. Luego el brasileño, que es muy bueno, metió su zancada prodigiosa para lanzar una palanca raso y abajo. Otro golazo.
Dos cañonazos de precisión milimétrica y el Ajax estaba en el tapiz, con el balón pero más groggy que otra cosa, sin nada que llevarse al bolsillo, más que dos guantazos de marca mayor.
Por si había quedado alguna duda, que no, el Madrid volvió a golpear al minuto 3. Otra vez la precisión de larga distancia de Xabi Alonso, luego Kaká volvió a hacer de las suyas y Benzema ya no perdonó. Fin de la historia si es que no se había acabado antes, que sí. Luego ya no hubo nada trascendente, solo la espera para la salida de Altintop y detalles del Ajax para maquillar el maltrecho rostro.
Ni eso, llegaron una y otra vez, pero ante Íker siempre se arrugaban, tiraban fuera, mareaban la perdiz o llegaba el de siempre, el mejor portero del mundo para dejarles a cero.
