Poco antes de morir, Michael Jackson continuaba queriendo comerse el mundo del espectáculo. Jackson le confesó a Conrad Murray, su entonces doctor personal, que con su gira de conciertos «This is it» esperaba que los asistentes se fueran a casa tras su show pensando que él era «el mejor entretenedor del mundo».
Conversaciones como esta fueron compartidas durante la primera jornada del juicio contra Murray por el homicidio involuntario de Jackson. El juicio, que comenzó el lunes en Los Ángeles, continuó ayer con el testimonio de Paul Gongaware, el ejecutivo de AEG Live encargado de promover los 50 conciertos que Jackson tenía programados en Londres en 2009. Gongaware afirmó que asistió a los últimos dos ensayos de Jackson y que el artista parecía energético y comprometido con el espectáculo.
Kathy Jorrie, también empleada de AEG Live, aseguró que Murray le dijo que no se preocupara por la salud de Jackson, que estaba «genial». Jorrie también reveló que Murray solicitó tener un equipo de reanimación siempre a mano durante las actuaciones de Jacko y mencionó la posibilidad de contratar a otro doctor cuando él no estuviese disponible.
Ayer también subió al estrado Michael Williams, uno de los asistentes personales del artista, quien declaró que la noche que Jackson falleció recibió una llamada urgente de Murray, en la que el doctor le dijo que Jackson había tenido una «mala reacción», pero no le pidió que llamase a urgencias.









