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Los escoceses han tomado Alicante. Lo han hecho antes de que lo hagan las máquinas, que ayer lanzaron un ataque preventivo contra las BlackBerrys para ver la respuesta de los humanos. En breve, probablemente el 21 de diciembre de 2012, lanzarán una ofensiva total y nos ahogarán con el cinturón de seguridad de nuestros coches.
Pero por ahora la avalancha es escocesa: 5.000 están por aquí, de los cuales solo 1.800 tienen entradas. ¿Y? Probablemente eso habría supuesto un problema en caso de ser ingleses, pero no parece que vaya a ser con los escoceses. Los blues son diferentes. Como no tienen sangre en las venas, sino whisky escocés, que es el bueno, no se emborrachan. Simplemente, el licor dorado les alimenta. Así que no crean problemas.
Los tipos vienen más por el sol, la playa y la cerveza que por el fútbol. Le preguntas a uno por el resultado y el tipo va y dice “Spain, 5; Scotland, 0”, y se queda tan pancho. Y eso que han de hacer lo mismo que los checos para poder clasificarse. Pero es lo de menos para ellos. Le preguntamos a otro y dice “Spain, 1; Scotland, 2”, y provoca la carcajada multitudinaria de sus compañeros, como si fuera una broma, un logro imposible.
Y por encima de todo, traen un buen rollo increíble. Uno, que es escocés de toda la vida, ya lo esperaba. Los de aquí se lo pasan genial con ellos. Se hacen fotos, bromean y hasta comparten birras con ellos. Los azules vienen con todo: gaitas, faldas (por doquier), gorros, banderas, y derrochan simpatía y vitalidad por todos lados. Han inundado las terrazas, las playas, las calles y se conforman con eso. El fútbol está bien, pero ser escocés es mejor. Son libres, aman la vida y les gusta William Wallace. Si ganan, lo celebrarán con whisky, y si pierden, también. Son escoceses...
