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Serge Ibaka está acostumbrado a que su vida fluya a la velocidad de la luz. En un año pasó de debutar en la ACB a dar el salto a la NBA. Unos meses después, ya se había ganado un sitio en los Thunder y a la temporada siguiente ya estaba luchando por el anillo. De ahí a la llamada de la selección apenas pasaron unas semanas y poco después celebraba su primer oro como jugador español en el Europeo de Lituania. Éxitos a la carrera, como su fichaje por el Real Madrid.
Desde que recibió la llamada del Real Madrid hasta que dio el sí definitivo a su llegada a España, no transcurrieron ni 24 horas. Una operación rápida, que evidencia el interés de ambas partes por unir sus destinos. Tras el fracaso de las últimas reuniones del cierre patronal de la NBA, Ibaka había dado vía libre a sus agentes para que le hicieran llegar ofertas. Al terminar el Europeo había descartado varios ofrecimientos, tanto de la Liga Endesa como de Europa. No quería jugar por jugar, pero el enquistamiento de la NBA cambió el panorama y la oferta blanca llegó en el momento justo.
La baja de Velickovic fue el inicio de la operación. El punto de partida. El pasado jueves, la rodilla del serbio decía basta tras medirse al Spirou Charleroi en Bélgica. Su menisco derecho volvía a romperse y Pablo Laso se quedaba en cuadro. Solo cuatro hombres altos para afrontar un calendario muy duro, especialmente en la Euroliga, donde la dificultad del grupo obliga a no despistarse para evitar el desastre. La confirmación de la grave lesión de Velickovic puso en marcha la maquinaria, tal y como reconocía Pablo Laso tras ganar al Obradoiro. «Estamos pendientes del mercado», se sinceraba el técnico. A la mañana siguiente, una reunión en el Bernabéu daba luz verde al refuerzo y se ponían varios nombres sobre la mesa. A media tarde, Ibaka ya conocía el interés del Real Madrid. «No podíamos arriesgarnos a una lesión que nos dejara con solo tres hombres interiores, así que nos lanzamos a buscar un jugador y hemos encontrado uno de los mejores», reconocía Alberto Herreros a ABC nada más conocerse la noticia, a primera hora de ayer. El contrato, a razón de 100.000 euros mensuales, unirá a Ibaka con el Real Madrid hasta final de diciembre, aunque podría alargarse en caso de cancelación total de la temporada en la NBA.
El jugador, que se encontraba en Miami entrenando junto a sus compañeros de los Thunder, tampoco tardó en expresar su alegría: «Es un orgullo pasar a formar parte de un club histórico como el Real Madrid. Llego con la máxima humildad para aprender del entrenador y de los compañeros. Ya tengo ganas de ver de cerca a la afición madridista», reconocía. Un deseo que podría ver cumplido esta misma mañana, cuando llegue a España, aunque su debut tendrá que esperar hasta el domingo, en la visita del Real Madrid a Gran Canaria.






