El Real Madrid triunfa con una revolución táctica total que arrolla a los rivales desde que, el 24 de septiembre, endosó seis goles al Rayo Vallecano (6-2). El club franjirrojo pagó la crisis que vivía el club blanco tras la derrota ante el Levante (1-0) y el empate en Santander (0-0). Aquel 24 de septiembre, frente a los vallecanos, comenzó una recuperación apuntalada en la progresión física de la plantilla, tras un mes de letargo.
Los jugadores de Mourinho se habían preparado a tope para afrontar la Supercopa en agosto y después sintieron una ola descendente que se acusó en esas dos salidas ante equipos modestos. El Rayo presenció el final del túnel. El plantel blanco respiró. Y volvió a demostrar su mejor condición. Después del 6-2 llegó la goleada (3-0) frente al Ajax. Un encuentro que expuso públicamente la mejoría general del conjunto. El Madrid salió al ataque desde el primer minuto y arrolló a los holandeses con un contragolpe magnífico. La velocidad del juego desveló ese renacimiento paulatino de unos futbolistas sobrehumanos si demuestran su explosión física.
El 0-4 en cancha del Español terminó por consolidar el despegue madridista. Esa facilidad para aniquilar a los rivales descubrió un cambio estratégico en el proyecto de Mourinho. El portugués ha convencido a sus hombres de que su superioridad en velocidad significa una anticipación total en cada balón y la posibilidad de solventar los partidos con tranquilidad si exprimen sus envidiables genes en los primeros tiempos. Mourinho les ha dicho que el 68 por ciento de los encuentros los gana quien marca primero. Quiere mantener esa máxima para conseguir un segundo objetivo: relajarse en los segundos tiempos y disfrutar de mayor descanso en plena competición. El entrenador les ha puesto como ejemplos los sufrimientos de la temporada pasada en Almería (1-1), La Coruña (0-0) y Pamplona (1-0), donde no se apretó el acelerador desde el pitido inicial y luego llegaron las prisas sin solución.
Los jugadores han admitido que es mucho más cómodo sentenciar primero y bajar el pistón después. Dicho y hecho. Luego del 0-4 en Cornellá, el Betis soportó en el Bernabéu este cambio mental, que se apoya en una variación táctica: el Real Madrid presiona desde el medio campo del enemigo para no dejarle respirar. Lo ahoga por definición. Xabi Alonso, Di María, Khedira y Arbeloa muerden arriba, roban el balón y la sensación es arrolladora.
El Olympique de Lyon fue la siguiente víctima. El 4-0 pareció una revancha por las dos eliminaciones históricas vividas ante la entidad francesa en la Copa de Europa. Mourinho viajó después a enfrentarse a su amigo Pellegrini en La Rosaleda y su esquema dio un revolcón al Málaga de los petrodólares qatarís. El 0-4 fue un espectáculo. El primer acto del partido supuso el mejor fútbol de la era Mourinho.
La plantilla quería ofrecer ese mismo nivel al público del Bernabéu y repitió su actuación ante el Villarreal. En treinta minutos firmó el 3-0 definitivo, en otra exhibición de "pressing" desde el área contraria (Arbeloa, Xabi, Khedira), velocidad punta (Di María), desmarques (Benzema) y remate (Kaká, Benzema, Di María). Karanka reconoció el secreto táctico: "Todo está basado en la excelente forma del plantel". Xabi lo corroboró: "Esta presión desde arriba y la idea de sentenciar pronto son premeditadas".
El resultado de toda esta revolución es que el Real Madrid ha establecido una nueva plusmarca goleadora, con siete victorias consecutivas por más de tres tantos, cinco en Liga y dos en Champions. Siete enfrentamientos en los que ha sumado 28 dianas, con un promedio de cuatro por encuentro. Lo mejor es que lo ha conseguido con el mejor balompié desde que Mourinho firmó por la casa blanca el 5 de junio de 2010. Sí, es verdad, los equipos del luso funcionan a tope en sus segundas temporadas. En su caso, segundas partes siempre fueron buenas. En el Oporto, en el Chelsea y en el Inter. Espera refrendarlo en el Bernabéu. Benzema lo ha dicho con rotundidad: "Ahora mismo somos el mejor equipo de la Liga".
