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La primera jornada de la temporada regular 2011-12 de la NBA, que debía comenzar hoy, pasará a la historia más oscura del baloncesto. Porque en lugar del jolgorio de la competición, la entrega de anillos de campeones y los duelos de estrellas, hay pabellones cerrados, jugadores sin cobrar e hinchas desolados. Todo gracias a que, en cuatro meses, el sindicato de jugadores y los dueños de los equipos han sido incapaces de llegar a un acuerdo para firmar un nuevo convenio colectivo.
En lugar de entregar los anillos de campeones a los Mavericks de Dallas, el comisionado de la NBA, David Stern, está inmerso en una cadena de negociaciones que parece no tener fin. Las oficinas de los equipos no registran ninguna actividad. El mismo Pau Gasol comentaba esta mañana en su Twitter: "Contento de poder pasar unos días más en Barcelona aunque tengo muchísimas ganas de volver a competir y que el lockout se resuelva pronto".
No es para menos. Los Angeles Lakers tenían que disputar hoy uno de sus grandes partidos de la temporada contra los Thunder de Oklahoma City, que incluiría el duelo estelar entre Kobe Bryant y Kevin Durant. El mismo Durant ha matado el gusanillo retando a LeBron James a jugar un partido amistoso de fútbol americano con equipos amateur. Otros, como Serge Ibaka en el Real Madrid o Tony Parker en la Liga francesa, optan por pasar una temporada jugando en Europa hasta que las cosas se solucionen. Por ejemplo, en la primera jornada de la Euroliga participaron 22 jugadores de la NBA.
Atascados por los porcentajes
No hay, además, esperanzas de que las negociaciones vayan a resolverse pronto. Desde que el viernes pasado Billy Hunter, director ejecutivo del sindicato de jugadores, se levantase bruscamente de una reunión con los dueños y el comisionado Stern, han quedado congeladas. Hunter hizo el desplante cuando los dueños volvieron a intentar negociar un reparto de beneficios 50-50 (el convenio expirado daba un 57 por ciento a los jugadores y un 43 por ciento a los equipos).
Lo máximo que ha ofrecido el sindicato ha sido un 52 -48 favorable a los jugadores, y el hecho de que la patronal intentase retomar la fórmula 50-50 fue interpretado por Hunter como un gesto de que los representantes sindicales se están ablandando: "Los dueños necesitan saber que todos nosotros nos mantenemos fuertes y unidos hasta que ellos estén listos para negociar un acuerdo justo", explicó Hunter.
Según él, si aceptasen el 50-50, en los 10 años que quiere la NBA que dure el nuevo convenio colectivo, los jugadores tendrían que ceder 3.000 millones de dólares a los equipos. Aunque, siguiendo la versión de la patronal, ese margen garantizaría la existencia de la competición en el futuro al paliar las pérdidas que sufren casi todas las franquicias.
Pero la unidad del sindicato parece resquebrajarse. Los jugadores, que mientras dure el "lockout" no pueden cobrar, ni utilizar las instalaciones deportivas, ni jugar partidos amistosos con el equipo, se están impacientando. Y los rumores sobre un enfrentamiento entre Hunter y el presidente del sindicato, Derek Fisher, se han extendido tanto que han obligado a Fisher a enviar una carta a todos los afiliados desmintiéndolos. Mientras, la patronal mantiene un hermetismo férreo: no ha trascendido nada de lo que piensan los dueños sobre la situación. Algo que, frente al nerviosismo del que el sindicato da cada vez más muestras, les beneficia de cara al público.
Hunter y Fisher se reunirán este jueves en Nueva York, y allí decidirán qué pasos dar y si retoman las reuniones con la patronal. En las que se celebraron durante la semana pasada, hasta el desplante de Hunter, se habían logrado avances en acuerdos sobre el sistema de tope salarial y los contratos. Pero la discusión sobre el reparto de beneficios, la gran barrera infranqueable, lo echó todo por tierra. Los jugadores están dispuestos a pasar del 57-43 al 52-48, pero los dueños se mantienen firmes: el 50-50 es un punto de partida imprescindible para que puedan llegar al acuerdo.
Y a todo esto, el panorama para los apasionados del baloncesto es cada vez más desalentador. El comisionado Stern canceló el pasado viernes todos los partidos programados hasta finales de noviembre, y advirtió que una temporada completa con el calendario de 82 partidos es ya imposible. Además, dentro de doce días los jugadores confirmarán que no van a recibir su primer cheque tras el inicio de la competición. Esa será la prueba de fuego para la unidad que el sindicato dice mantener.