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Un año después del mayor disgusto de su vida, Fernando Alonso no se ha dejado llevar por las supersticiones. Vuelve al lugar del crimen. Regresa al imponente circuito de Yas Marina en el desierto de Abu Dhabi, una obra faraónica con parque temático de Ferrari, puerto deportivo, recinto acuático, hotel de cinco estrellas a 800 euros la noche que cambia de color al ponerse el sol gracias a su cubierta de malla y una playa natural entre dunas... Una bagatela para el emirato, cuarto productor mundial de petróleo, que desembolsó la friolera de 25.000 millones de euros. El teatro donde Alonso perdió el año pasado su tercer título por un error tremendo de Ferrari.
Aquella parada en la vuelta doce, aquel anzuelo en la trampa de Red Bull, el acoso infructuoso con el alerón de Petrov siempre a la vista, la victoria y el éxtasis para Vettel, Alonso y su decepción. Todo eso pasó hace doce meses y desde entonces Ferrari ha emprendido una carrera sin éxito en persecución de Red Bull. ha purgado al responsable del error táctico, Chris Dyer, y al diseñador jefe de los coches, Aldo Costa, después de una decisión que se tomó en un segundo: aquella fatídica parada en el garaje de la vuelta doce.
Alonso lloró aquel día en las oficinas de Ferrari. Fue su mayor berrinche como deportista. Regresó a España en busca de calor y esa misma semana vivió de vuelta a la pesadilla. Tuvo que comenzar la pretemporada 2011 en el circuito de Abu Dhabi con unos entrenamientos programados por todos los equipos para probar los nuevos neumáticos Pirelli. En el emirato se distrajo en la piscina del hotel Viceroy, en el parque de atracciones Ferrari y en el cercano campo de golf.
La pregunta vuela hacia la guardia pretoriana del asturiano, que ayer puso el pie en la fastuosa pista de buen humor. «¿Que si he recordado muchas veces lo que pasó en Abu Dhabi? Esos son cuentos chinos. Te fastidia en el momento, pero te haces rápidamente a la idea de que nos has ganado y ya está. Siempre hay que pasar página», cuentan en el círculo privado del piloto.
«Casi me ha gustado volver a este circuito», replicó ayer Alonso. «El año pasado no perdimos el Mundial aquí, sino en Valencia y Gran Bretaña, donde pudimos subir al podio y acabamos con cero puntos».
Abrazado tantas veces a las supersticiones, Alonso ha desplazado esta vez a las meigas de su equipaje. Hombre de costumbres, llamado el rutinas por sus amigos y colaboradores más cercanos, cumplió su plan de viaje en los mismos parámetros de siempre. Salió el pasado miércoles del aeropuerto de Asturias a las 9:40, enlazó con un vuelo hacia Dubai al mediodía en Barajas, llegó a las nueve al emirato del golfo y se dirigió al mismo hotel Viceroy de Yas Marina donde el año pasado lloró su derrota. Le acompañan sus asesores habituales: el fisioterapeuta Edoardo Bendinelli y su representante Luis García Abad.
Ninguna modificación en la hoja de ruta, ningún cambio de hábitos para un tipo firme en su conducta vital. «Fernando es como una roca. Tenaz, sólido y sin concesiones a los bajones de ánimo. Siempre mira hacia adelante», dicen en su cueva.






