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que clarear las «nubes negras» de la crisis. Así definió ayer el «banquero de los pobres» y premio Nobel de la Paz, Mohammad Yunus, en la V Cumbre Mundial del Microcrédito, a estas finanzas, a las que presentó como una «esperanza», un instrumento que demuestra que «algo puede pasar si creemos en las personas y liberamos su potencial».
Millones de hogares a lo largo del mundo viven en el umbral de pobreza, necesitan dinero para iniciativas empresariales, alimentos, vivienda, y, en definitiva, para sobrevivir. Con la meta de alcanzar los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas y reducir a la mitad la población con ingresos inferiores a un dólar diario, este tipo de préstamos son «absolutamente indispensables». «No hay duda», señaló Doña Sofía en la inauguración de la cita en Valladolid.
Esas «nubes oscuras se están extendiendo y no van a acabarse». Han generado desempleo, «frustración», «tensiones» y gobiernos «fracasados». «¿Puede sostenerse un planeta con 7.000 millones de habitantes?», se preguntó Yunus. Su respuesta fue afirmativa, porque cree «en los seres humanos» y en su capacidad para «despertarse» ante el temporal. Cada uno tiene «un potencial iluminador» con el que construir una nueva civilización. El microcrédito es una herramienta hacia ese mundo.
Los microcréditos introducen «luz» en las oscuras perspectivas de las familias más pobres del planeta. Siguiendo la estela de este tipo de préstamos, Yunus instó a «reinventarse» y crear nuevos proyectos basados en la «generosidad» para dar un gran salto y llegar a un mundo en el que el paro no exista y que la pobreza esté tan erradicada que los niños tengan que ir a museos para conocer qué significó esa palabra en el pasado.
«Lugar preponderante»
Por su parte, la Reina defendió el «lugar preponderante» de nuestro país en el papel de las microfinanzas, que definió como un instrumento para el «progreso social, la justicia y la esperanza de un futuro mejor, basado en la confianza en el ser humano». Son «muchos los desafíos, pero también son muchos los logros alcanzados», señaló. En apenas diez años el país se ha convertido en el segundo donante a nivel mundial y asume «con responsabilidad esta tarea, esperando que las iniciativas garanticen la creación de nuevas capacidades y mejores oportunidades para los más pobres».
Hay que creer en que las personas son «capaces de cambiar su propia vida», afirmó el presidente de la Cumbre, Sam Daley-Harrys. «Microfinanzas para la redención» abogó, para «liberar» a los beneficiarios, que emprenden en ocasiones una nueva vida. Es el caso de uno de los principales delincuentes de Kenia, que tras ahorrar diez dólares consiguió un préstamo de veinte, puso en marcha cuatro negocios y convenció a cientos de jóvenes para que abandonaran el mundo del que él había salido. Estas operaciones «restauran el honor y el valor» de la sociedad, dijo.
A la inauguración de esta Cumbre Mundial del Microcrédito, en la que participan 1.600 personas, estuvieron presentes, entre otros, la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, quien afirmó que es una «obligación moral» dar una respuesta a la pobreza en la era de la globalización.
