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Sergio García: «No me quita el sueño ganar un grande»

El golfista castellonense superó su particular travesía del desierto con nota, gracias a dos triunfos plenos de madurez que recuperan a uno de los referentes del deporte nacional

Día 05/12/2011
Sergio García: «No me quita el sueño ganar un grande»
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La historia de Sergio García es de sobra conocida. Irrumpió en el golf mundial como un niño prodigio y se llegó a codear con Tiger Woods por ostentar la supremacía mundial en este deporte. Pero unos problemas personales cuando era número dos del ránkingy estaba a punto de desbancar al estadounidense le hicieron venirse abajo. Perdió el interés por el juego y eso le abocó hace un año a una retirada temporal.

Afortunadamente, desde entonces no ha hecho sino mejorar y, hoy en día, con dos recientes triunfos de nuevo en su palmarés (Castellón y Valderrama), afronta lo que queda de temporada desde el puesto 17 y con opciones de acabar el año dentro de los diez mejores.

Aunque las victorias no llegaron hasta octubre, desde primeros de año ya dio muestras de recuperación...

—En general ha sido un año bueno, había torneos en los que jugaba bien y por unas cosas u otras fallaba en algún momento y no hacía buen resultado. Pero el juego iba mejorando. En Qatar jugué muy bien y en Estados Unidos poco a poco fui ganando confianza. En los «majors» estuve muy sólido y luego las dos victorias me vinieron fenomenal. A ver si podemos terminar el año con buenos papeles en Dubái y Tailandia y cerramos 2011 a lo grande.

—¿En qué momento notó que ya iba para arriba?

—Iba viendo señales. En el US Open le pegué mejor a la bola, aguanté la presión y el juego corto fue más firme. Desde junio ya me sentía con consistencia y con opciones de triunfo.

—La travesía del desierto fue dura. Por primera vez en su carrera se vio fuera de las citas importantes y tuvo que jugar las previas. Vaya cura de humildad...

—Nunca había jugado una previa como profesional, había participado en todos los grandes desde US Open de 1999. Pero no me lo tomé a mal. Mi situación era la que era. A todo el mundo le pasa y hay que ser realista. No vale de nada pensar que ése no es tu sitio o que no te lo mereces.

—Esa experiencia le vendría bien para lo que llegaría después...

—Sin duda que ayudó.Los últimos siete u ocho hoyos fueron de una presión diferente a la de ganar un torneo, pero igualmente dura. Estábamos jugándonos la plaza en un grande y fui capaz de ganarla en el desempate. Fue una sensación muy intensa.

—Un segundo puesto en Alemania y un par de opciones de triunfo en el PGA le volvieron a colocar en la senda del éxito, tres años después. Mirando hacia atrás, ¿dónde ha estado la clave del cambio?

—Ha sido un cúmulo de cosas. La principal, estar más estable emocionalmente, y también un par de cambios técnicos con el «putt» y el «approach». Pero, sobre todo, desconectar un poco de todo y volver a mis sensaciones, a mis orígenes. Llegó un momento en el que estaba demasiado pendiente de la técnica y le tuve que decir a mi padre que quería volver a sentir mis movimientos originales.

Vuelta a los orígenes

—¿Qué buscaba, quizá la frescura de ese «Niño» del principio?

—Nada en concreto, sólo quería sentirme yo mismo, con mis antiguas sensaciones y la manera en la que yo jugaba. Afortunadamente, poco a poco fui reencontrándolas y ganando confianza. Ahora mi manera de pensar en el campo es diferente, voy con la cabeza de otra manera, más asentado y le doy al golf la importancia que tiene, ni más ni menos. Una vez conseguido eso, todo es más fácil.

—¿Cuáles son esas sensaciones?

—Yo siempre he jugado por «feeling», nunca he sido un jugador mecánico. Tengo que notar que tengo control sobre el palo. También hemos cambiado la forma de calentar y ya no voy demasiado al campo de prácticas. Ahora, antes de salir, aprocho y pateo, pero no doy bolas. ¡Así cuando doy el primer golpe siempre es el mejor del día! Busco ser positivo. Es otra forma de mirarlo.

—Toda esta evolución se completó precisamente en su club, en el Masters de Castellón. Un final feliz.

—Sinceramente, la noche previa dormí muy bien, pero estaba muy concentrado y sabía que no estaba el torneo ganado. Aunque lleves siete golpes de ventaja siempre habrá alguien que ataque y si no estás listo se te puede complicar. Afortunadamente, desde el hoyo 10 adquirí una renta bastante buena y, una vez que la metí en el «green» del 16, respiré.

—¿Qué pensó en ese momento?

—Podría hacer teatro y decir que me vinieron a la mente los malos momentos y todo eso, pero no fue así. Estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo que no tenía tiempo para pensamientos. Veía que iba a ganar, de nuevo en mi casa y con mi gente, mas sólo quería acabar bien, dar buenos golpes.

—Y después, en Valderrama, llegó la guinda soñada...

—Fue increíble, llegué con muy buenas vibraciones y este año por fin rompí el maleficio. Misión cumplida.

Tiempo de reflexión

—Usted es amigo de dos números uno, como Rafa Nadal y Luke Donald. ¿En qué medida le han ayudado a superar los malos momentos?

—Hablamos bastante y lo principal es darse cuenta de lo complicado que es estar siempre arriba, son normales los altibajos. Por eso hay que sacar las cosas positivas de los años malos. En esos casos lo fácil es lamentarse, pero siempre hay cosas positivas. Se aprende más de los años malos que de los buenos. Te ayudan a ser mejor jugador y a crecer como persona.

—Ahora que es otra vez el primer español del ranking, ¿nota que recupera su puesto de líder del golf nacional?

—Nunca me he sentido así. Intento hacerlo siempre lo mejor posible, pero no puedo hacer más que representar a mi país y a mi mismo de la mejor manera No depende de mí ser el motor del golf español o no. Solo puedo dar el máximo e intentar hacer feliz al máximo número de gente. Tanto jugando como con mi Fundación.

—¿Sigue ahí la espinita de no haber ganado un grande?

—La verdad es que ya no. Es algo que me gustaría hacer, pero no me quita el sueño. Llevándolo al extremo, si acabara mi carrera sin lograr uno no sería menos feliz. Para mí no es lo único en la vida. Esto no quiere decir que no lo vaya a intentar y que trataré de ganar siete mejor que seis, pero, gracias Dios, hay muchísimas más cosas en la vida que me hacen muy feliz.

—Ahora que vuelve a disfrutar, ¿con quién quiere compartir su alegría?

—Con toda la gente que ha estado a mi alrededor, no sólo ahora sino en toda mi carrera. Mi familia, mis amigos, mis patrocinadores (Taylor Made y Adidas), mi representante Carlos, mi «caddy» Glenn… en fin, a mi grupo que siempre ha estado ahí.

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