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La explosión de Alexis coincide con el bajonazo de David Villa, condenado el asturiano a jugar un papel secundario en este Barcelona, suplente incluso en el clásico cuando aparecía como fijo en todas las previas. Sus líneas las escribe ahora Alexis, un chileno volcánico que revolucionó el ataque azulgrana, un jugador que está mejor que nunca y que debutó en la ida de la Supercopa precisamente en el Santiago Bernabéu recién llegado de la otra punta del planeta. Alexis sube lo que baja Villa.
A poco más de una hora, se confirmó la noticia y cantaron las radios la novedad. «¡Juega Alexis, juega Alexis!», exclamaba el personal, casi todos sorprendidos ya no tanto porque el chileno no tuviera opciones, sino porque el ego de Villa recibía un golpe tremendo. En un año de idas y venidas, todavía gris y en boca de todos desde que se dijo que no mezclaba bien con Messi, el asturiano se sentó una vez más en el banquillo con cara amarga. Guardiola ha escogido.
El técnico ha dejado al asturiano en el banquillo los últimos partidos y ayer sólo le dio seis minutos
Fue más que un gol. Con él despertó el Barcelona, poco a poco más asentado, y fue cocinando lo que vendría después. Alexis se expresa mejor que nadie en el barro, un hombre de verdad desde que se curtió con el Udinese en el fútbol italiano, luchador hasta que no le queda nada. Su segundo tiempo fue impecable por la entrega y celebró como el que más el tanto afortunado de Xavi, piña azulgrana en una esquina. Detrás, calentando con poca gana, observaba Villa. Felicidad a medias.
Alexis fue una petición expresa de Guardiola durante el verano, una operación interminable que se cerró con cifras de impacto —casi 40 millones entre fijos y variables—. Más o menos como Cesc, también protagonista. Otro acierto del Barcelona.







