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Sí, Osasuna hizo muy poco, se limitó a defender y marcó en su única oportunidad, encima a balón parado. Pero este rosario de argumentos no debe esconder que el Málaga no acaba de arrancar. Y precisamente por ello se ha dejado en una semana cinco puntos frente a dos adversarios notoriamente limitados, uno por sus carencias (la Real) y otro por sus bajas (el cuadro navarro). Más allá de que falte una cierta compenetración, aspecto en el que Cazorla gana de calle, el problema reside en la falta de un elemento que aglutine el juego.
Y eso que al minuto de partido el Málaga ya sabía lo que le esperaba. Montó su primera jugada de ataque y se encontró con Osasuna atrincherado. Hasta el delantero centro, Nino, se encontraba mucho más cerca de la corona de su área que de la divisoria. [Narración y estadísticas]
Frente a rivales como este Osasuna plagado de bajas y con la consistencia por bandera, un equipo solo tiene dos vías para ganar el pulso: emplear las bandas o brillar por la movilidad en el juego sin balón. Dado que el Málaga no destaca por una constancia en los flancos y sí debiera por esos desmarques de apoyo que constituyen la piedra angular de estilo de Pellegrini, el camino no era extraño.
Sin embargo, el Málaga pasó de puntillas en la primera mitad, lastrado por la carencia de un elemento que no deje continuamente al descubierto a Toulalan y que ofrezca una presencia prolongada en el juego. Y no se antoja que Duda pueda acumular tanta responsabilidad. Mientras, el conjunto rojillo tenía su manual: envíos en largo para explotar la velocidad de Ibrahima y Lamah o sacar partido al eterno «palomero», Nino. O para forzar alguna falta lateral o un córner. Y así llegó el sorprendente gol visitante tras una serie de carambolas, superada la media hora.
El público asistía a la manifiesta impotencia del equipo local y no disimuló su contrariedad con una pitada de otra época. Pellegrini ya había mandado calentar a Joaquín. El sacrificado, era de cajón, fue Duda. El chileno colocó a Cazorla al mando.
Vertebrado en torno a la pareja Toulalan-Cazorla, el Málaga ya fue otro. Isco al fin pudo respirar aliviado. Se echó el equipo a la espalda. Los recursos se multiplicaron: Monreal encontró la calle Estafeta en su banda y Joaquín y Sánchez comenzaron a prodigarse por el otro flanco. El empate era cuestión de tiempo. Juanmi, que se ha ganado con creces la confianza del técnico, niveló la contienda. Sin embargo, no había ideas ni empuje para la remontada. otros dos puntos tirados a la basura.
