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Cuando los Timberwolves eligieron a Ricky Rubio con el número 5 del draft de 2009 no pensaban que la espera para verle de corto en el Target Center iba a ser tan larga. Dos años viendo cómo el jugador llamado a liderar su nuevo proyecto acumulaba títulos vestido de azulgrana mientras la franquicia de Minnesota acumulaba derrota tras derrota. El peor equipo de la NBA de las últimas temporadas es el nuevo destino de Ricky Rubio, un fenómeno precoz de la canasta que ha ido quemando etapas hasta plantarse en la NBA con 21 años.
A Ricky, como al resto de novatos del curso que comienza, les llega la hora de la verdad. De nada valen los logros conseguidos en el pasado, ni las medallas con la selección. Aquí se empieza de cero. Hasta las palabras de Brandon Jennings, otro de los jóvenes bases de la liga, llamándole «sobrevalorado» están olvidadas, tal y como demostró Rubio en su estreno oficial con la camiseta de los «Wolves» en el que le tocó enfrentarse, precisamente, a Jennings.
Faltaban 4:22 para el final del primer cuarto cuando Rick Adelman le puso en la cancha. El sueño de Rubio se hacía realidad en ese momento, aunque habrá que esperar hasta el día 26 para ver su estreno en competición oficial. Aún así, el catalán ya dejó muestras de su juego ante los Bucks. 7 asistencias y 6 puntos fueron su carta de presentación ante su público, que acabó dedicando «olés» al español en los últimos minutos. «Fabuloso. Es increíble lo que he vivido», apuntó Ricky al término del partido, en el que Derrick Williams, otro de los novatos llamados a brillar este año, le destacó como el mejor.
Más allá de Ricky, hay otros «rookies» bajo los focos de la NBA. En Cleveland, la sombra de LeBron es alargada y Kyrie Irving quiere eclipsar el recuerdo del otrora estrella de los Cavs. Él, Kemba Walker, Jimmer Fredette o Brandon Knight son las estrellas del futuro. Diamantes por pulir que rebosan energía y descaro. Jugadores en cuyas manos está puesto el futuro de muchas franquicias en declive.
AP
Kyrie Irving, número uno del draft
