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En el fiel cumplimiento de una agenda pública que solo él desconocía, Gregorio Manzano dejó de ser entrenador del Atlético ayer por la tarde. Los tres partidos que le concedió la directiva como moratoria concluyeron de la peor manera —eliminación de la Copa ante un segunda B y otra bronca en el Calderón— y fue destituido en el plazo previsto.
Al otro lado de la puerta espera Diego Pablo Simeone, un símbolo al que se aferra el club para calmar a sus socios. «Espero que la afición se tranquilice con el nuevo entrenador y apoye al equipo como siempre ha hecho», dijo el presidente de la entidad, Enrique Cerezo, en un mensaje blanco y en botella. «Respecto a Manzano, los resultados están ahí. Le mandamos un fuerte abrazo y le deseamos suerte».
Gregorio Manzano puede arrastrar en su caída al equipo técnico que promocionó el agente García Quilón este verano. El máximo mandatario del Atlético no garantizó la continuidad de Caminero, director deportivo, y queda en el aire la de Baraja y Vizcaíno, los ayudantes de Manzano.
Todo dependerá de los planes que exponga Simeone, quien coincidió con Vizcaíno en el emblemático equipo titular del doblete en 1996. El ex jugador argentino tenía como mano derecha al Mono Burgos —otro ex de la casa— en el Racing de Avellaneda.
«Espero que la afición se tranquilice con el nuevo entrenador», indica Cerezo
Cambia la situación de Reyes
No solo la hinchada celebra el canje de Manzano por Simeone. También cambia el estatus de Reyes, quien comienza de cero en busca de otro entrenador con el que establecer sinergias, detalle que no siempre ha conseguido. Ni Aguirre ni Abel Resino fueron santo de su devoción, al igual que la vida en Londres con el Arsenal. Solo Quique Flores conectó con él y su personalidad tan especial.
Llegará Simeone si nada se tuerce y lo hará con un boceto clásico. Cuentan desde Argentina que entrena como jugaba. Como futbolistadejó huella a partir de un gran despliegue físico y una intensidad participativa en el juego que por momentos fue arrolladora. Desde el banquillo se emplea con los mismos argumentos.
Simeone ha dirigido a cinco equipos en seis años con solidez defensiva y contras rápidas
A Simeone se le recuerda en Argentina por la remontada que ejecutó a bordo del Estudiantes de la Plata en 2007. Boca Juniors tocaba el Torneo Apertura con la yema de los dedos desde la mitad de la sesión, pero Simeone se empeñó en otro desenlace. Alentó a su equipo en una arenga colectiva y permanente hasta que en el último partido consumó su obra: el Estudiantes ganó el título sobre el gong de la campana.
Seguidor del doble pivote defensico
Nadie debe esperar florituras con el técnico suramericano. Férreo seguidor del doble pivote defensivo en el centro del campo, dos volantes por los laterales y un par de delanteros. Le gusta la estrategia y en Avellaneda ha conseguido réditos sabrosos con el balón parado.
A mitad de camino entre las enseñanzas de Marcelo Bielsa (intensidad y control de juego) y Carlos Bilardo («pisaaalo»), Simeone transmite sobre todo actitud y fe a sus equipos. No será Guardiola en cuanto a estética y circulación del balón y se parecerá más a Mourinho en el ardor guerrero sobre el campo.
Cuidadoso con su imagen, en Argentina no se ha metido en demasiados charcos, pero siempre ha respondido cuando le han interpelado.






