
Abandono de cultivos y pérdidas, el «desastre» de la campaña fresera de Huelva
La emergencia sanitaria ha dado la puntilla al sector de la fresa, ocasionando un desplome de las exportaciones
Con una temporada que no empezó con buen pie, por una variedad que comenzó dar menos kilos de fruta de los previstos, la emergencia sanitaria por el Covid-19 ha venido a dar la puntilla al sector de la fresa de Huelva, que concentra en torno al 98% de la producción nacional.
Con el desplome de las exportaciones a Europa –entre un 40 y un 60% según la empresa- por las cancelaciones de pedidos, un cambio en el comportamiento de los consumidores por la situación sanitaria y unos precios «muy mediocres» del producto, las pérdidas –por cuantificar- y abandonos de cultivos están marcando la recta final de la temporada, a un mes y medio vista del cierre habitual.
«Nunca he conocido una campaña tan mala, un verdadero desastre», afirma Alberto Garrocho, empresario del sector, con casi 40 años de experiencia trabajando el campo – frutos rojos y otros cultivos para mantener sus explotaciones en producción a lo largo de todo el año-, en la zona de Palos de la Frontera.
A estas alturas, Garrocho ha tenido que abandonar ya 400.000 plantas en su finca, algunas llevan apenas unos días sin recoger la fresa pero en otras son ya más de dos semanas, lo que supone entre 4.000 y 5.000 kilos diarios menos. La situación resulta insostenible. «Si la fresa no tiene salida ni en fresco ni en industrial, tendré que seguir arrancando plantas progresivamente y, en consecuencia, ir despidiendo a personal», lamenta.
Este agricultor onubense tiene una plantilla fija de entre 35 y 40 trabajadores, que en la campaña fresera aumenta. En estos momentos tiene unas 135 personas, de las que la práctica totalidad repiten una campaña fresera tras otras (120-125 trabajadores). Garrocho ha fidelizado su personal con los años y los cultivos sucesivos en sus explotaciones.
Restricciones del estado de alarma
Dentro de la situación generada por la crisis sanitaria, la movilidad de los trabajadores lo ha puesto también contra las cuerdas. Aunque buena parte de los temporeros acuden a las fincas en sus vehículos, las restricciones del estado de alarma hace imposible que se trasladen en los coches particulares, de manera que ha dedicado cuatro vehículos propios al traslado de los trabajadores desde mediados de marzo.
A diario, explica, estos coches comienzan a recoger unos 50 temporeros del lugar en el que residen – unos 8 o 9 kilómetros de distancia- una hora y media antes de comenzar la jornada, para llegar a la finca a trabajar.
Aunque desde las organizaciones agrarias se ha solicitado la refinanciación del pasivo de los agricultores a coste cero, y se está a la espera de los préstamos ICO, Garrocho considera que «empeñarse más resulta muy complicado». «Es un hándicap afrontar la próxima campaña, reestructurarnos y plantearla sin tener que acudir a financiación bancaria de nuevo».