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Qué puede hacer para ayudar a su hijo ante la Selectividad

No nombrar la palabra suspenso, tampoco insistirle en que estudie, mandar mensajes positivos...

Qué puede hacer para ayudar a su hijo ante la Selectividad rocío ruz

M. j. pérez-barco

La Selectividad es también una dura prueba para los padres, que viven con mucha preocupación el estrés que sufren sus hijos por estos exámenes. Sin querer, muchas veces, son los propios progenitores quienes agobian a los chicos ante esta situación. Algo contraproducente, como advierte el profesor de Psicología Clínica de la Universidad San Pablo CEU, Fernando Miralles. «Algunas veces los padres sufren más que los propios estudiantes y son numerosas las ocasiones que no pueden controlar esa ansiedad, por lo que se la transmiten a sus hijos».

«Si baja la ansiedad aumenta la efectividad y la nota»Por eso, lo primero que deben hacer los padres es tranquilizarse. Y a partir de ahí, ayudar a los jóvenes. «Lo más importante es que hagan sentirse seguro al estudiante. De esta forma bajará el nerviosismo. Y está comprobado que si baja la ansiedad suben los niveles de efectividad y, por tanto, también la nota», asegura Miralles.

Durante estos días de exámenes, el profesor aconseja que los padres transmitan, sobre todo, mensajes positivos a los chicos con datos objetivos. Por ejemplo, para que se tranquilicen, «les pueden decir que menos del 10% de los alumnos suspende, que el año anterior en su instituto casi todos aprobaron, que los profesores llevan mucho tiempo preparándoles, que él ha aprobado el Bachillerato y por tanto está preparado, que siempre ha aprobado y este es un examen más...».

Ni reproches ni subestimar

No hay que dar mensajes con carga negativa, ni reproches ni subestimar: « Jamás nombrar la palabra suspenso, ni que no va a sacar nota para hacer la carrera que quiere. Tampoco hay que insistirle mucho en que estudie y es fundamental dejarle tranquilo», advierte Miralles. No agobiarles con la alimentación ni con las horas de sueño.

Y no otorgar mayor importancia a las cosas que no la tienen. Los nervios son muy traicioneros, y a los chicos con tanta tensión se les puede escapar un mal gesto, respuesta o protesta. «No hay que hacer caso —dice Miralles— y esperar a que pase un rato para hablar. Si la autoridad se ha establecido de forma correcta en la familia, el propio chico pedirá disculpas cuando esté más tranquilo».

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