
Solo en el Paraíso
Fue un turista muy particular en la Sevilla de la Exposición
Iberoamericana de 1929, que Waugh visita, enamorado de la ciudad, una
de las pocas a la que quiso volver
«Ahora me parece impertinente escribir demasiado acerca
de Sevilla. Desde luego, es una de las ciudadades más maravillosas
que jamás he visto, y sólo mi desconfianza generalizada
hacia los superlativos me impide decir que es la más encantadora.
Se me ocurren muchas que tienen elementos sugestivos, pero ninguna dotada
de la misma amabilidad y refinamiento combinados con actividad y buen
sentido. Parece evitar toda clase de vulgaridad, incluida la de la belleza
profesional»
Un «ideal no conformista» en la Expo
del 29
«...Hasta entonces no habían llegado turistas en cantidades
apreciables y los sevillanos, tras dieciséis años de preparación,
estaban hartos de la empresa, y en la desatención hacia ella había
elementos de hostilidad. Consideraban que el precio de la entrada era
demasiado alto y que al impedirles el uso de su parque favorito les habían
estafado perversamente. No había ningún boicot organizado
pero daba la casualidad de que ningún sevillano visitaba la exposición.
Había un ferrocarril a tamaño reducido, con una minúscula
locomotora que daba vueltas una y otra vez al recinto con los vagones
vacíos; había un parque de atracciones en el que giraba
una gran noria sin nadie en las góndolas; había montañas
rusas y trenes panorámicos cuyos vagones vacíos descendían
bruscamente y hacian virajes repentinos por unas pendientes pasmosas;
había silenciosas galerías de tiro con montones de munición
sin disparar y montones de botellas sin romper. Por la noche los jardines
estaban brillantemente iluminados, los árboles cuajados de bombillas
eléctricas en forma de peras, naranjas y racimos de plátanos.
Unos focos ingeniosamente disimulados iluminaban las extensiones del césped
con una luz multicolor. Había luces eléctricas ocultas bajo
los nenúfares del estanque. Los chorros de agua de las fuentes
luminosas centelleaban a gran altura, como fuegos artificiales insonoros
e inextinguibles. Habría sido una escena fascinante incluso con
una multitud como la de Wembley. Pero la noche de mi visita no había
una sola alma más en ninguna parte, y tenía la sensación
de haber logrado el ideal no conformista de ser el único justo
salvado en el universo, absolutamente solo en el paraíso...»
|

Inauguración de la Exposición
del 29 en la plaza de España
El escritor británico Ewelyn Waugh (1903-1966)
realizó en 1929 un crucero por el Mediterráneo, recalando
en Málaga y Sevilla, a donde llegó navegando por el río
Guadalquivir desde Sanlúcar. El célebre autor de «Retorno
a Brideshead» plasmó en «Etiquetas» su experiencia
de este viaje, título que elige por la fama de los lugares que
visitaba, ya «etiquetados». No es sólo un libro de
viajes sino también un libro sobre viajeros, en este caso, sobre
las peripecias de un británico lejos de su patria. Su experiencia
andaluza es reducida: tras visitar Gibraltar, se dirigió a Sevilla
y de allí a Málaga.
|
|