Actualizado Sábado, 28-02-09 a las 08:17
En una tierra como la nuestra, genéticamente cainita y que no abraza con facilidad símbolos compartidos, el río Guadalquivir representa un atípico ejemplo de vertebración territorial y orgullo compartido. A la mayoría de los andaluces, la simbología institucional que despliega con indesmayable insistencia la Junta de Andalucía no le evoca más que la ingente y costosa maquinaria administrativa desplegada desde el nacimiento de la autonomía. El Río Grande, por el contrario, conlleva reminiscencias de un esplendoroso pasado de culturas y civilizaciones que se fueron instalando en sus riberas y que con el paso de los siglos fueron conformando lo que hoy somos, un pueblo profundo y sabio que sabe disfrutar de la vida.
El Guadalquivir cruza longitudinalmente la Comunidad y pocas son las tierras que quedan fuera de su abrazo, ya que lo que no cubre con su curso lo acapara con su red tentacular de afluentes: el Genil, el Guadiato, el Jándula... Sus aguas han galvanizado durante milenios la vida de los andaluces, y aún hoy suponen un elemento primordial en nuestra sociedad modernizada. En el Día de Andalucía, estas escuetas páginas pretenden recoger este protagonismo ancestral del Guadalquivir en la Comunidad, como símbolo de una cultura compartida y de un proyecto común.
La recién estrenada asunción por parte del Gobierno andaluz de la gestión exclusiva de la cuenca del Guadalquivir servirá, a buen seguro, para engordar un poco más la pesada maquinaria administrativa andaluza, incrementar en unos millones el presupuesto autonómico y colocar a un respetable número de políticos bajo el confortable paraguas de la Junta de Andalucía. No sería mala cosa, sin embargo, que esta histórica conquista competencial sirviese también para recuperar de alguna forma el espíritu de convergencia territorial que representa el Guadalquivir y su tradición emprendedora. Si miramos al río por el que han navegado vikingos, romanos, árabes y cristianos, a lo mejor nuestras cuítas internas no parecen tan importantes; si nos asomamos a las aguas de las que partió Magallanes, a lo mejor creemos más en nosotros mismos; si nos acercamos a las riberas que dibujaron pintores y cantaron poetas a lo mejor valoramos más nuestros recursos. Que el río que une nuestro pasado sea también el que ahorme un futuro compartido de progreso.

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