El «amigo chino» ha visitado esta semana Europa en una reedición contemporánea del «plan Marshall», y al viceprimer ministro de aquel país, Li Keqiang, se le ha recibido con fastos en todos sitios, incluido en España.
Los chinos no dan puntada sin hilo y, conscientes de su ventaja actual, mueven sus fichas con suma inteligencia. «Abrazando a Europa, China se ayuda a sí misma», titulaba el viernes International Herald Tribune. Y se preguntaba: «¿a qué se debe esta irresistible ofensiva de China con Europa?». Para este diario, un empeoramiento de la situación en Europa sería malo para China «porque la UE compra una cuarta parte de todos los productos que se hacen allí».
Continúa la edición internacional de The New York Times asegurando que «un euro cada vez más débil perjudica a China ya que hace que productos de alta calidad como los que fabrica Alemania sean más competitivos en los mercados internacionales», por lo que este movimiento estratégico formaría parte del enfrentamiento entre las dos economías más exportadoras del mundo.
Con respecto a España y Portugal, «no hacen de avanzadilla en Europa, pero tienen lazos coloniales, culturales e históricos con dos regiones en las que China está interesada», como son Iberoamérica y África.
La lectura que Le Figaro hacía de la visita era otra: en un editorial titulado «Deuda y dependencia», el rotativo aseguraba el jueves que «es difícil imaginar un símbolo más claro del cambio en los equilibrios de fuerza en el mundo» que la llegada de los chinos a Madrid.
Recuerda el editorialista que el apoyo chino en los momentos de flaqueza «tiene un precio», ya que Pekín no se ha vuelto filántropo de repente. «En Atenas, Lisboa y Madrid, los intereses chinos se instalan y prosperan. Las infraestructuras, empresas y tecnologías pasan a su control. Hay voces que se mueven para evitar esto pero, en el contexto actual, pesan más bien poco: no podemos impunemente morder la mano que nos da de comer».
Precisamente en Francia saltaba el jueves la noticia de que uno de sus buques insignia industriales, Renault, había sido víctima de espionaje industrial. El viernes, Les Echos añadía un pequeño pero vital matiz: «La hipótesis de una pista china», que en realidad es algo más que una hipótesis. Recoge el económico francés las palabras del ministro de Industria, Eric Besson, asegurando que «el término ‘guerra económica’ es apropiado» para la situación. Le Parisien, por su parte, destaca que «China es un forastero en la carrera por el Grial eléctrico», lo que justificaría que intentara recuperar terreno con estas prácticas. Además, destaca que el país asiático «ha montado un consorcio público de constructores con capacidad de invertir 16.000 millones de dólares en diez años».
Así que el país asiático es el centro de atención pero, ¿qué cuenta la prensa china a sus lectores? El diario chino en inglés China Daily no comenta, como era de esperar, nada relacionado con el «caso Renault» pero, respecto a la gira europea de Li Keqiang (con tres escalas, Madrid, Berlín y Londres), titula «La visita es un impulso a la economía europea» con una gran imagen de Zapatero y Li. También cuenta el diario algunas de las peticiones de los asiáticos a cambio de prestarnos dinero: «que la UE levante el embargo de los productos tecnológicos chinos». Junto al lado, otra noticia asegura: «China, preparada para competir con Airbus y Boeing». No les quepa duda que lo harán.
Y para acabar, un poco de propaganda europeísta a cargo de Handelsblatt. El diario alemán de la cuenca del Rin recuerda en un artículo dirigido a Angela Merkel que «Alemania necesita a Europa, aunque sólo sea para hacer frente a los gigantes de la política de China y los Estados Unidos. Y Europa es el euro».







