Debutó en el peor día del Real Madrid desde la debacle del Camp Nou. Emmanuel Adebayor no tenía la culpa. El conjunto blanco pagó de una vez por todas el desgaste de su cuesta de enero. Salió a los 65 minutos en una llamada de urgencia, junto a Xabi Alonso y Kaká, en busca de solucionar el gol en contra. No pudo ser. El nuevo fichaje de Mourinho vivió la posible pérdida del título de Liga. El entrenador dijo hace una semana que «con seis puntos de diferencia la Liga estará imposible». Son siete.
Emmanuel volvió a la competición dos meses después. No lo hacía desde el 1 de diciembre, cuando disfrutó de veinte minutos frente al Salzburgo en la Europa League. El hombre que solicitó su contratación le dijo que debutaría en Pamplona y cumplió su palabra. No fue un día agradable.
Se puso a calentar nada más comenzar el segundo tiempo. Y llegó el gol de Osasuna. La urgencia provocó un triple cambio a los 65 minutos. Entraron Xabi Alonso, Kaká y el togolés. Se marcharon Albiol, Di María y Lass. El luso desplegó un 3-5-2 con Adebayor y Benzema en punta.
Enseñó pronto sus características. Se colocó como un pivote ofensivo de referencia. Como un nueve nato, mientras Karim deambulaba por el área. Su apertura de piernas abarcaba dos metros para proteger el balón.
Lento, tocó trece balones
Tocó trece veces la pelota. Se le notó lento, falto de ritmo. Cabeceó muy forzado un centro de Benzema que detuvo Ricardo. Le hicieron una aparatosa falta en una penetración contra tres defensas. No recibió un pase en condiciones para enseñar su disparo o su testarazo. Su ilusión por estrenarse en el Real Madrid sufrió el varapalo de una dura derrota.
El togolés fue la atracción del Real Madrid desde que entró en el avión de La Saeta, rumbo a Pamplona, y soportó al final el sabor desagradable de la decepción del 1-0. Los comentarios de buen humor respecto a su altura pasan ahora a un segundo plano, pero en la aeronave casi no cabía por el pasillo. Sus ciento noventa centímetros de «altitud» rozaban los maleteros. La tripulación temía que se dejara la cabeza en el camino. En ese viaje de ida se sentó junto a Cristiano Ronaldo. Con el hombre que debe entenderse mejor dentro y fuera del campo para darle los pases y recibirlos. En el de vuelta todos hablaron muy poco. Caras serias y preocupación.
Emmanuel había sido el jugador más solicitado al aterrizar en Pamplona. Se detuvo ante los cuatrocientos aficionados que esperaban ansiosos y firmó autógrafos a madres e hijos que le miraban hacia arriba, como a un pívot de baloncesto. En el vuelo de regreso no hubo autógrafos. Ni alegría.
En el hotel conoció mejor a sus compañeros. No come mucho. De pequeño estuvo sin caminar hasta los cuatro años, postrado en una silla de ruedas, porque sus finas rodillas no podían soportar su peso. Después de su debut, sabe que debe ganar su peso en el equipo. E intentar una remontada casi irreal.
