España encuentra dos huecos en el muro checo

Esto de ser campeona del mundo es un rollo. Es como ser Billy el Niño, que todo el globo te quiere matar. Y no reparan en métodos para ello. La mayoría se cuelgan del larguero con zarpas de hierro y ahí se las den todas. A ver si hay suerte y te largan un zapatazo desde casa y suena la flauta. El caso es que nadie quiere jugar al fútbol y lo peor es que a veces le sale bien. Como a los checos en la primera parte de Los Cármenes. Un tiro de los centroeuropeos y gol. Y hala a meterse en el caparazón, a repartir y repartir y también a ser espartanos, sacrificados en la marca, cerrados y más cerrados. [Narración y estadísticas]

Es verdad que Del Bosque lo sabía y por eso sacó a Navas por Torres, para entrar más por banda. Empero, aquello trajo un sacrificio inesperado: Villa fue al centro y la banda izquierda quedó desperdigada. Ni el barcelonista se movió cómodo entre las torres checas y nadie entró por la banda izquierda, como habría requerido para abrir la tortuga rival.

Muchos problemas pues. Diez hombres por detrás del balón y un disparo desde Praga que hizo diana. La República Checa no volvió a tirar y solo se acercó una vez más, pero le bastó. Un accidente, un tropezón, lo que sea, pero no había manera de mover aquello, ni siquiera de arrancar un granito de arena del muro rocoso que Bilek había puesto ante Cech. Un Cech por cierto, espléndido de nuevo, haciendo gala de ese run run que le coloca entre los tres mejores porteros del mundo (Casillas, Bufón y él, con Lloris por detrás apretando fuerte).

España lo intentó de todas las maneras, apretando los puños, acelerando las palmas, tranquilizando el alma para no apresurarse, entrando por arriba, por abajo. Nada. Sin agua en el desierto futbolístico que ayer implantaron los checos en Los Cármenes. Se veía con claridad que eran necesarios cambios: un ariete para desplazar a Villa a la izquierda y abrir el campo también por el lado zurdo. Sobraba uno de los pivotes de atrás porque los checos ni miraban arriba ni se les esperaban más de lo necesario, que era nunca.

También, es cierto, a España le faltó algo de rapidez, tanto en el desmarque individual como en el movimiento de balón. Xavi se metió inmerso en un mundo de camisetas blancas desde donde no veía la panoramica del campo. Sin él, el equipo se quedó a ciegas porque Iniesta llegó a la ayuda y se perdió la entrada por el costado zurdo. Un galimatías táctico del que España no lograba salir, atascado ante el inmenso muro checo.

Del Bosque tomó cartas en el asunto en la segunda mitad. Metió a Torres en el campo sacando a Xabi Alonso del mismo. España atacó con más fruición pero con las mismas miras cortas. Presionó más pero se la veía con los nervios a flor de piel, tiritando en cada ataque, en plena pelea ya con las agujas del reloj. Cech, eso sí, se multiplicaba, y el acoso era cada vez mayor, casi incesante, con un cierto tono desesperante en acosadores y acosados.

Soluciones repentinas

El tramo final fue agobiante. Para todos. Para la grada, Y de pronto apareció Villa salvador para derribar el muro checo. Encontró abajo el punto débil de Cech y enseguido todo el rival se vino abajo. Derribaron a Iniesta y de nuevo Villa hizo un boquete en los rivales. Ya aparecieron más huecos y todo fue mucho mejor. Se hizo la luz, y la noche para los checos que es lo que habían merecido.

El resto fue tocar y aguantar porque ya no quedaba otra después de tanto sufrimiento. Ellos quisieron ir arriba, pero ya no les quedaban aire ni recursos, desfondados después de tanto ir detrás de los nuestros, sin fuerzas serias para volver a ir a por Casillas si no era con tiros lejanos. Pero ya no pudieron.