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Jack Churchill: el extravagante arquero de la Segunda Guerra Mundial

Día 29/04/2011 - 23.43h

Este capitán inglés sobrevivió al devastador conflicto combatiendo con un arco, flechas y una espada de doble filo que no dudaba en utilizar cuando tomaba al asalto posiciones enemigas

Muchas historia increíbles hemos leído de la Segunda Guerra Mundial, pero muy pocas superan a la protagonizada por Jack Churchill: un extravagante capitán del ejército británico, obsesionado con la historia de Inglaterra, que combatió en el más devastador y mortífero conflicto del siglo XX armado con un arco, flechas y una espada «claymore» de doble filo, originaria de la Edad Media, que no dudaba en utilizar cuando tomaba al asalto posiciones enemigas ante el asombro de los soldados que comandaba.
ABC
Jack Churchill, en los campeonatos del mundo de de 1939, pocos meses antes de la Segunda Guerra Mundial
Este héroe o enajenado mental, que era conocido entre los miembros de su compañía como «El luchador Jack Churchill» o «Loco Mad», era algo así como un guerrero sacado de otra época, un soldado absolutamente anacrónico que combatía en una guerra moderna. Fue de hecho, el único combatiente inglés que en siglos, y el último hasta la fecha, que había matado a un enemigo con un arco y una flecha.

Nacido en 1906 en Hong Kong, comenzó a dar muestras de un carácter peculiar y valiente y un espíritu libre, cuando se graduó como oficial en la Real Academia Militar de Sandhurst, donde hacía gala de su amor por la historia de su país, y donde aprendió a tocar la gaita y comenzó a practicar con el arco. Ese mismo espíritu le llevó a recorrer, antes de que estallara la guerra, miles de kilómetro en motocicleta para llegar a los destinos donde era enviado, pero sus continuas excentricidades, como «como hacer sonar su gaita en la sala de guardia a las tres de la mañana o estudiar la campaña incorrecta en el examen para su promoción», escribe su biógrafo, le llevaron a hacer una pausa en el Ejército en 1936.

Su rápido y sorprendente dominio del arco no sólo le proporcionaron pequeños papeles en películas como «El ladrón de Bagdad» o «Ivanhoe», sino también una plaza en la selección inglesa de la modalidad para competir en los Campeonatos de Mundo de Oslo de 1939. Pero el parecía nacido para la batalla, y cuando la sombra Guerra cernió sobre Europa, volvió a alistarse en el Ejército… no sin antes pasarse por un tienda de Londres a adquirir un buen arco de madera de tejo español de 100 libras, construido al estilo medieval.

Arquero en los campeonatos del mundo

Fue en sus actuaciones durante la guerra donde se ganó su fama de «luchador» intrépido y soldado «loco». En diciembre de 1939, por ejemplo, en Polonia, sorprendió a todos abalanzándose sigilosamente hasta unos 50 metros de las trincheras alemanas y disparando flechas hasta que los soldados enemigos comenzaron a agitarse y gritar. En mayo de 1940, en Francia, cuando estaba al mando de una compañía de infantería que debía defender el pueblo de L´epinette, fue capaz de acercarse hasta un granero sin ser visto por los nazis, y atravesar con una flecha, desde 30 metros de distancia, a un sargento alemán antes de comenzaran los disparos de sus hombres contra el resto de enemigos.

«Una de las incidencias más celebradas de la evacuación de Dunkerque–decía el diario de guerra de la cuarta brigada de infantería– fue la visión del capitán Churchill, marchando por la playa con su arco y sus flechas. Sus acciones en el Saar con sus flechas son conocidas por muchos y su disgusto por no haber podido practicar con ellas tanto como le habría gustado, ha sido notable. Su ejemplo y buen trabajo con su grupo de ametralladoras han sido una gran ayuda para la cuarta brigada de infantería»

Sus conquistas no se detuvieron ahí. En diciembre de 1941, en la Noruega ocupada por Hitler, fue el primer hombre que puso su pie en la playa, al frente de dos compañías dentro de la «Operación Arquería». Churchill, de nuevo ante la estupefacción de sus soldados, desembarcó con su espada en alto contra la batería enemiga mientras gritaba a sus hombres. Los enemigos cayeron pronto, en una acción que le valió su segunda Cruz Militar.

Atacando al enemigo, espada en mano

Su momento cumbre llegó en otoño de 1943, durante el ataque nocturno a la población italiana de Piegoletti. Tras intimidar y capturar a 136 soldados alemanes al grito de «¡comando!», consiguió infiltrase en el pueblo y continuar intimidando a los enemigos sin ser descubierto, tan solo con su espada, haciéndose con los puestos de guardia… sin disparar una sola bala. Por esta acción recibió una nueva condecoración.

Su suerte se acabó en 1944, en Yugoslavia, tras quedar aislado con seis de sus hombres en el ataque a una posición alemana. Cuando todos sus hombres cayeron heridos, el «Loco Mad» sacó su gaita y comenzó a tocar «No volverás» para animar a los soldados, pero una granada cayó a su lado y le dejó inconsciente. Cuando despertó, estaba rodeado de nazis.

A pesar de las órdenes de Hitler de ejecutar a todos los enemigos, un capitán nazi se negó a hacerlo. Años después se lo agradecería, antes de morir apaciblemente en 1996 en su casa de Surrey, al sudeste de Inglaterra… tras llevar una vida, claramente, de cine. ¿Héroe o soldado? Juzguen ustedes mismos.

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