El hechizo de Mourinho para el madridismo está fuera de toda duda. Perdió el equipo ante una tropa fronteriza con la línea del descenso y no hubo un solo aspaviento de la grada. Ni un reproche, nada de críticas, ninguna voz discordante con la unanimidad general. Cayó el Madrid con el Zaragoza y la parroquia se marchó cabizbaja a casa, pero sin cuestionar a su técnico. Todo lo que hace Mourinho está bien visto por el Bernabéu.
Y ayer el portugués decidió disfrazarse de cordero. Se colocó una túnica al estilo Clemente: toda la presión para él, la responsabilidad de la derrota, la aparente desmotivación de los suplentes y las posibles críticas de los entrenadores implicados en el descenso (el efecto Preciado).
Asumió la culpa Mourinho, pero repartió estopa con la sutileza de su palabra. Primero, a los suplentes del Madrid, entiéndase Canales, Granero o Nacho, a los que cambió rápidamente. «La culpa es del entrenador por no haber sabido motivar lo suficiente a todos los jugadores —dijo Mourinho—. El primer tiempo no hemos jugado bien, pero sí el segundo (ya con los titulares). Aunque hay que reconocer que este era el mismo equipo que ganó en Bilbao y en Valencia. Hemos regalado tres goles, eso sí».
La expectación por otra diatriba del técnico contra cualquier elemento externo (el árbitro, la lluvia o lo que fuese) se diluyó con las preguntas. «Entiendo que otros entrenadores se puedan sentir molestos si consideran que hemos sacado a los suplentes. Tengo la conciencia limpia porque no he querido regalar nada al Zaragoza. En la segunda parte he sacado a Ozil, Di María y Marcelo... Si me critican, tengo que callar y aceptar».
Toque a los suplentes
Si no fuera porque un depredador siempre lo es pase lo que pase, cualquier observador imparcial podría deducir que Mourinho estaba ayer con el ánimo por los suelos. Incluso su tono de voz era lánguido. «Espero que mis jugadores no interpreten que ya estamos de vacaciones. Espero que aprovechen cada minuto que se les da para hacer lo que más les gusta, que es jugar al fútbol».
El técnico confirmó con un sobreentendido que reprendió a Cristiano Ronaldo por sus críticas del pasado miércoles. «¿Castigo? Es una decisión mía. Higuaín, Benzema, Kaká y Adebayor estaban motivados y no convocarle era una opción».
No profundizó en las estadísticas. Nueve años sin perder como local en la liga, y en los últimos tiempos, dos derrotas. «No es normal estar nueve años sin perder en tu estadio, esa es la lectura que yo hago. El Sporting llegó una vez e hizo gol. Nosotros llegamos veinte veces y ninguno. Ni aquel día ni hoy merecimos perder».
