Como en la primera Liga de Frank Rijkaard, aquel 14 de mayo de 2005, el Barcelona se contentó con un empate en el Ciutat de Valencia, igualmente recordado el 11 de mayo de 2011. Valía un título, otro más, el tercero de Pep Guardiola. Suma 21 el club catalán y está a diez de los 31 del Real Madrid. Lento camino largo, pero con final feliz, eufórico el equipo antes de que acabara el encuentro que nunca existió. Un empate y abrazos para todos, fiesta mayor en un miércoles diferente. Una vez terminó lo que se daba, todo eran carreras y gritos, cachetes y bromas, bailes y dedicatorias. Fuera tensión.
Se empleó a fondo Alves, líder siempre en cualquier jaleo. Tomó la iniciativa y bailó como un poseso acompañado por Maxwell y Keita. Unos metros más allá. Iniesta cabalgaba a lomos de Xavi, bufandas a la cabeza. Piqué, alma del vestuario, la sonrisa permanente, agitaba al personal besando al escudo del club de sus amigos. En el huracán, cientos de periodistas buscando frases vacías que no iban más allá del «muchas gracias», «ha costado mucho», «es para todos los aficionados», «nos lo merecemos». Mandaba la jarana.
Mañana, fiesta en la ciudad
Los azulgrana, vestidos para la ocasión con una camiseta conmemorativa en donde se leía «Amb dos pebrots!» —pebrots son primientos, pero la expresión es algo similar a «con un par»— se fueron rápido a los vestuarios, pero aceptaron el «¡otra, otra!» de la afición y regresaron para dar una vuelta más al campo. Mientras, Canaletas se encendía una noche más, convertido últimamente en un campo de batalla porque hay quien no sabe controlarse. Hoy, el club anunciará los horarios exactos de los festejos programados para mañana viernes, pero está claro que habrá un desfile por la ciudad. Será más corto que en años anteriores, cuando el Barcelona celebró títulos de Liga y Liga de Campeones, aunque el final de la fiesta volverá a ser el Camp Nou, donde está previsto un espectáculo para recibir a los campeones.
Agradece todo el aliento Pep Guardiola, que se acordó de las víctimas del terremoto de Lorca en su comparecencia. Con el micrófono, y aunque atribuye a otros unas condiciones insuperables, también se expresa a las mil maravillas y en su reflexión envió un mensaje clarísimo: «Creo que hemos dado una lección», afirmó, y lo dijo después de ser campeón un año después de la Liga de los 99 puntos. Este curso, como máximo, se quedaría en 98 de ganar todos los partidos que le restan, pero se festeja tanto o más. «Después de un año difícil, hemos competido contra un grandísimo equipo y ahora nos toca disfrutar de lo conseguido. Si somos campeones de Liga es porque nos lo hemos merecido y mucho. Tenemos tiempo para preparar la final y hay que disfrutar la Liga muy bien, en intimidad, con la familia y amigos y en la rúa. También es nuestra obligación disfrutar del título».
Guardiola destacó que el equipo estuvo casi perfecto durante toda la campaña, aunque aceptó que costó mucho en el tramo decisivo: «Hemos hecho tres cuartos de Liga espectaculares, jugando muy bien al fútbol y gracias a eso hemos conseguido los triunfos. El último cuarto no hemos estado tan inspirados». En cualquier caso, elogios por doquier: «Estos jugadores son únicos».
