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La Liga, un camino de emociones

El Barcelona, un equipo tan sensible como solidario, canta el alirón contagiado por una idea innegociable

Día 12/05/2011 - 10.05h

En el éxito del Barcelona impera el sentido común, el triunfo de una idea que no se mueve ni se cuestiona. Tres años con la misma rutina y tres años levantando Ligas, incuestionable el mérito de un equipo que va camino de ser único. Desde que asumió el mando Pep Guardiola, aseado el vestuario de los excesos y vicios de la voluble era Rijkaard y que acabó de mala manera, la estabilidad ha predominado en la institución tanto a nivel deportivo como en el apartado social, aparentemente plácida la sucesión en el poder. Cambió en la poltrona, Laporta por Rosell, pero mismo Barça y mismo resultado, resumida la campaña en una serie de momentos puntuales que se entienden a partir de una derrota.

Diada negra. Para empezar, jornada 2 de Liga, el Camp Nou se pellizcaba porque tocaba una Diada negra, con la senyera a media asta y aguada la fiesta popular. Llegaba el Hércules como si nada, recién ascendido muchos años después de deambular por el infierno, y resbalón estrepitoso. Los alicantinos se aprovecharon de la torrija azulgrana, cansado el conjunto catalán porque días antes hubo un bolo de la selección en el quinto pino. «Es imposible que dude de unos jugadores que han dignificado al club, a este deporte y a mí mismo», sentenció Guardiola, y por ahí volvió a ganarse el respeto del vestuario. Hasta la jornada 34, la semana pasada, el Barcelona no perdió otro partido en Liga. Sensacional.

El Calderón, conquistado. El estadio maldito de Guardiola dejó de serlo al fin. Llevaba dos años ahogándose en el Manzanares con partidos volcánicos, pero esta temporada, en la jornada 3, se desquito con un triunfo que valía por dos. Era a principio de año, pero su valor fue tremendo. Además, el técnico azulgrana regaló una lección de pizarra ubicando a Busquets incrustado entre los centrales y desconectó por completo al ataque rojiblanco, ausente Agüero. El Barcelona ya había ganado en la jornada inaugural de la Liga a domicilio (0-3 al Racing) y desde ahí enlazó diez triunfos consecutivos lejos del Camp Nou, una proeza con punto y final en El Molinón (1-1, jornada 23). Entre esas victorias, la más sonada fue aquel 0-8 ante el Almería, justo una semana antes de que el Real Madrid visitara el templo azulgrana.

Un 5-0 de leyenda. Y llegó el 29 de noviembre, noche para redordar, un lunes como otro cualquiera de no ser por el primer clásico de los muchos que vendrían después. «Ha triunfado un estilo», resumió Guardiola, eufórico al comprobar que el 5-0 del marcador no era una imaginación. El Real Madrid llegó como líder al Camp Nou y se fue con una estocada en todo lo alto, obligado desde entonces a una persecución estresante sin premio. Guardiola ganó a Mourinho, Messi a Cristiano Ronaldo y el Barcelona al Madrid, filosofías antagonistas en estos años de cambios de tendencias. Fue algo más que una goleada, fue un golpe de efecto que invirtió por completo la tendencia de esta Liga. Desde esa noche memorbale en el Camp Nou, jornada 13, el Barcelona no ha dejado jamás el liderato.

Siete de nueve. Al Barcelona le bastaba con el colchón de siete puntos que les distanciaba después del pinchazo blanco en Riazor (0-0) en la joranada 25, pero el Madrid observaba el calendario y por ahí veía un puntito de luz. El conjunto azulgrana tenía que visitar al Valencia, al Sevilla y al Villarreal antes de llegar al Santiago Bernabéu, pero ni por esas. Sumó siete de nueve puntos posibles (triunfos en Mestalla y en el Madrigal, empate en el Pizjuán) y arañó un punto en el clásico liguero. Fin de la historia, fin de la Liga.

De Abidal a Puyol. Como el año ha sido tan largo y agobiante, el Barcelona se ha movido por las emociones, tan sensible siempre el vestuario de Guardiola. El momento más duro del año, admiten todos, fue cuando el 15 de marzo los servicios médicos del club hicieron público que Eric Abidal sufría un tumor en el hígado, enfermedad que asusta con nombrarla. No trascendió mucho más y al jugador se le extirpó el tumor de inmediato. Llegó la noticia en el peor momento, cuando la defensa estaba hecha unos zorros, a vueltas con la misteriosa lesión de Puyol que se alargaba desde hacía meses. De repente, el capitán reapareció y fue titular en el clásico, una victoria moral antes de jugar. Y Abidal también volvió hace unos días, reapareciendo en la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones contra el Madrid. La jornada pasada, contra el Español, tuvo veinte minutos.

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