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Guardiola, un obseso de los detalles

Tipo ordenado y austero, vive alejado de todo lo que no sea fútbol y huye de las distracciones y los lugares concurridos. Su lema dice que «el motor de un trabajo es la pasión

Día 12/05/2011

Cuenta Lotina que Guardiola ya demostraba una curiosidad superlativa como jugador. Recuerda el entrenador del Deportivo sus interpelaciones al final de los partidos, su afán por conocer, su mundo de inquietudes sobre el fútbol, el juego, la táctica... En las concentraciones de la selección española rehuía los temas comunes, las conversaciones de guion de los otros futbolistas. Y todos los que en Barcelona conocen a la persona, los que han trabajado su mundo interior, conjugan dos palabras para describir su identidad: inteligencia, diferente. El volcánico Ibrahimovic lo llamó filósofo en una presunta ofensa sin éxito. Sin saberlo, le hizo un favor. Guardiola está más cerca de la acepción bondadosa del término: hombre virtuoso y austero que vive retirado y huye de las distracciones y de los lugares muy concurridos.

Esto comulga más con el entrenador del Barcelona, de quien apenas se conocen detalles al margen de su profesión actual. Casado con Cristina Serra, a la que conoció en una tienda de modas, padre de tres hijos, apasionado de la lectura, buen estudiante que concluyó estudios universitarios, aficionado al golf... Poco que rascar en una vida ordenada y de gustos sencillos: debilidad por la pasta y el pan tumaca, tipo familiar que acude al cine con sus hijos y pasea con ellos por la parte alta de Barcelona. Irreprochable comportamiento y brillante en sus comparecencias ante la Prensa.

Guardiola ha triunfado por su apuesta radical, sin doble sentido, respecto a un tipo de fútbol, pero también ha conquistado a la concurrencia por su perfil de antidivo. Una de sus últimas intervenciones fue gloriosa: «Tengo una hernia, como mucha gente. No soy ningún héroe», contestó cuando el periodismo se devanaba los sesos por una enfermedad ordinaria, el pan nuestro de cada día.

«El motor de un trabajo es la pasión», ha comentado más de una vez para explicar el sentido de su profesión. «Algún día le contaré a mis nietos que fui entrenador del Barcelona», aseguró otorgando valor al cargo que ocupa. Un hombre y sus sentencias. O cómo gestionar un caladero de egos: «Cuando los jugadores no corren, los regaño, y como no les gusta que los regañe, corren».

Guardiola lleva cinco años como entrenador, tres en el banquillo del Barcelona. Ha ganado tres Ligas en un pleno que sobrepasa la tesis sobre maquinaciones arbitrales o supuestos favores gratis. Dijeron de él que meaba colonia. Sonó a envidia. Sus poderes están a la vista.

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