El trabajo de las estrellas desplegadas en Cannes estos días consiste en promocionar las películas en las que trabajan, pero también pasa por envolver de «glamour» la alfombra roja que pisan: cuantas más fotos les hagan, mayor autopromoción tendrán de cara al mundo.
Sin embargo, no todos prestan la suficiente atención ni están bien aconsejados. Para ejemplo, unos pies: los de Sean Penn, que tiene tanto talento como poco tino a la hora de elegir calzado. Penn se presentó en el «photocall» de la presentación de la película «This Must Be The Place» con camisa vaquera, jeans... y unas botas, tipo Panama Jack, sucias y destrozadas. ¿Habría llegado a dedo?
A pesar de la mala pata de Penn, los mayores «patinazos» sobre la alfombra roja los han protagonizado mujeres. Sin palabras nos dejó el look de la modelo Adriana Karembeu a su llegada a la Croisette, con un vestido rosa chicle, de corpiño y falda de tul XXL, con plumetti y brillantina, con el que parecía una mezcla entre la muñeca Barbie y un pastel. Para colmo de males, completó el look con una trenza ladeada tipo Rapuntzel y un colgante morado (mala combinación con el rosa) en forma de cruz. Por si fuera poco, acudió descalza.
Y es que este tipo de eventos son carne de cañón para exagerados vestidos princesa. La actriz china Fan Bing Bing ha sido otra de las víctimas del exceso de azúcar: escogió un diseño en blanco, con un aire a lo «Cisne negro», de cuerpo bustier y falda de tul con gran volumen, que le daba un aire muy ñoño.
Ojipláticos nos quedamos con el tocado a lo cubano que lucieron Rossy de Palma y la coreógrafa y bailarina Blanca Li en la première de Almodóvar, con un look diseñado por Jean Paul Gaultier: 100% estilo Rossy, pero imposible al mismo tiempo.
El riesgo es uno de los ingredientes más divertidos de la moda, pero si no se apunta en la dirección correcta, puede ser el peor aliado de un estilismo. Es lo que le ocurrió a la actriz Sonam Kapoor, que escogió un difícil diseño an blanco y negro, con polisón y sobre falda de tul rígido elaborado por Jean Paul Gaultier. Una pieza muy complicada que no acababa de encajar en la actriz.
Sin embargo, también se puede pecar de aburrimiento. La actriz Kirsten Dunst escogió un vestido de Rodarte para la la proyección de «Melancholia» que ni le favorecía ni resaltaba su figura, y que encima, le sumaba años.
Conclusión: el mejor aliado de una actriz es un buen estilista.