Economía

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Titulados españoles por el mundo

ABC habla con cinco licenciados, diplomados e ingenieros españoles que estudian o trabajan en otros países europeos por falta de oportunidades laborales en suelo patrio

Día 14/06/2011 - 13.04h

«No sé en qué país acabaré viviendo». Ana Luz Muñoz, licenciada en Periodismo y de 22 años resume en una frase la inestable situación de muchos de los jóvenes españoles repartidos por el mundo para conseguir un currículo o trabajo mejor. La opción de hacer las maletas para tener empleo o un salario más competitivo en otro país va en aumento. El número de españoles que busca trabajo en el exterior se ha triplicado desde 2008 según datos de la Red EURES (Portal Europeo de la Movilidad Profesional) en España.

La realidad es, ante todo, paradójica. La generación más preparada de la historia se enfrentan a una tasa de paro salvaje: el desempleo juvenil se sitúa en más del 40%, es decir, uno de cada dos jóvenes está inactivo.

Una carrera (en ocasiones, incluso dos), idiomas y un máster. Una carta de presentación brillante que suele obtener pocos réditos en un mercado laboral mal planteado que no puede absorber a los licenciados que salen de las universidades cada año. Tras acabar la carrera, algunos jóvenes optan por acumular más experiencia en el extranjero con la esperanza de acceder a un puesto mejor a su regreso.

«Cuando terminé la carrera no sabía qué hacer, estaba bastante perdida. Sabía que era casi imposible que me contratasen en algún sitio trabajando en lo que me gusta y con un salario con el que poder sobrevivir», explica Ana Luz. Fue entonces, cuando tomó la decisión de participar en un Servicio de Voluntariado Europeo en Lefkada, una de las islas Jónicas en Grecia.

«Mi voluntariado acaba dentro de nueve meses, no sé si volveré a estudiar o a buscar un trabajo. Cada vez estoy más segura de que quiero vivir en España», afirma.

Santiago Suárez-Viñuela de 23 años tiene una historia parecida a la de Ana Luz. Estudió Periodismo y decidió trasladarse a París para hacer un máster con el que completar su formación. Su intención es conseguir «un buen currículo para regresar a España», de donde valora la calidad de vida y la cercanía con familiares y amigos.

Fuga de cerebros

Cada vez son más los ingenieros que se rebelan a ser la «generación perdida» y se marchan a Europa. En Alemania necesitan unos 12.000 al año para cubrir las necesidades del sector de la industria del automóvil, de la electrónica o de la farmacia y la química. Jorge Angulo Pablo, de 28 años, supo aprovechar la demanda del mercado laboral alemán. Este ingeniero industrial vive en Múnich desde hace casi dos años, donde trabaja en un Centro de Investigación de Economía Energética en el departamento de electromovilidad.

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Jorge Angulo

«Tuve la suerte de encontrar un trabajo que me gustó desde el principio y de que me prolongaran el contrato una vez transcurridos los tres meses de prácticas», explica Jorge. «Tal y como está la situación laboral en España, no me planteo regresar».

Preguntado por los fallos del sistema de empleo español, Jorge aporta una «visión alemana» del asunto y cita un artículo de la prensa germana que apunta a «la inflexibilidad del mercado de trabajo español y a una política macroeconómica inadecuada».

La fuga de ingenieros hacia el exterior es una realidad también en otros destinos europeos. Julia Gómez Bejarano, de 31 años e ingeniera de Caminos, tenía una carrera prometedora. Tras estar empleada varios años en el sector, la crisis se cobró su cabeza a finales de 2010. Dos meses de búsqueda de empleo y la única oferta a la que tuvo acceso era para trabajar en el extranjero. No pasó la criba por no saber inglés.

«Fue para mi una señal. Decidí marcharme a Londres y dedicarme plenamente a estudiar inglés para incorporarme al mercado laboral británico», cuenta.

Julia lo tiene claro. No se plantea volver a España ante el panorama actual de crisis económica y expresa su descontento con el sistema. «En España no existe política laboral, sino política del subsidio. No tenemos un mercado competitivo, no se promueve la productividad, sino las horas trabajadas». También critica «las dificultades para montar un negocio y el 'enchufismo' en empresas públicas y privadas».

Elisa Guerrero, de 31 años, diplomada en Fisioterapia y emigrante en Francia, es también muy crítica con el sistema español. «Nuestra estructura laboral no va acorde con los tiempos», afirma tajante.

Elisa, cansada de ser mileurista, se marchó hace cuatro años aNimes (Francia) para una oferta de seis meses como fisioterapeuta en un balneario, pero decidió prolongarlo. «El precio que cobraba en España por terapia y paciente era muy bajo, aquí siento que mi trabajo está más valorado».

La emigración en cifras

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