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La ONG Mensajeros de la Paz nació en la década de los sesenta con el fin de dar un hogar a niños abandonados o privados de un ambiente familiar favorable, un drama que el Padre Ángel García, presidente nacional y fundador de la organización, se encontró cuando fue destinado a la Capellanía del Orfanato de Oviedo, poco después de haber sido ordenado sacerdote. Desde entonces esta organización nacional ha estado muy unida a Castilla y León, una vinculación que se reforzó aún más si cabe cuando la Comunidad Autónoma asumió las competencias en materia de servicios sociales, ya que la Junta de Castilla y León le encomendó la gestión de varios centros de distinta condición, dada su solvencia y «reconocido prestigio», recordó ayer la propia consejera de Familia y Servicios Sociales, Milagros Marcos.
Así, dentro de su programa de Protección a la Infancia y Juventud, la organización dispone en Castilla y León de un total de ocho centros: tres casas de acogida —dos en Palencia y una en Ávila—; un centro de día para menores de 7 a 18 años en Palencia; otro hogar tutelado también en esta provincia para jóvenes de entre 14 y 18 años; una vivienda hogar en Ávila y otra en Burgos y el hogar para niños con graves discapacidades psicofísicas situado en Boecillo (Valladolid), donde el lunes ocurrió el terrible suceso. Precisamente este centro había estado operativo durante catorce años en una vivienda situada en la capital, si bien se había decidido su traslado a las instalaciones del municipio vallisoletano porque reunía «mejores condiciones» para pacientes como los niños allí acogidos, con cerca de un 90 por ciento de minusvalía. No obstante, los tres niños fallecidos se encontraban bajo tutela de la Junta de Castilla y León, cuyas redes de servicios sociales protegen en la actualidad a 1.200 niños en la Comunidad. De ellos 950 se encuentran directamente tutelados por la Administración regional —490 permanecen en centros especializados y el resto, con familias de acogida—.
Mucho más extensa es la gran «familia» de Mensajeros de la Paz, formada por alrededor de 45.700 niños y jóvenes. Además, con el paso de los años esta organización, declarada de utilidad pública y que ha recibido entre otros galardones, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, ha ido ampliando sus actividades a otros sectores sociales como las mujeres víctimas de violencia de género y las personas mayores que viven en soledad, abandono o indigencia, un sector este último con especial incidencia en Castilla y León, una de las comunidades autónomas más envejecidas.
También para los mayores
De hecho, la organización no gubernamental, a través de su entidad «Edad Dorada» gestiona en la actualidad en esta región 18 residencias del centenar que tiene distribuidas por toda España, en las que atiende a más de mil mayores. Todas son mixtas y con plazas de validos y asistidos. En total, la ONG —que cree en la dimensión ética y cultural del desarrollo humano y aspira a que a través de la solidaridad y el esfuerzo de todos «se produzcan los cambios necesarios para el auténtico progreso social»— cuenta en su plantilla con 2.650 trabajadores —el 92 por ciento mujeres—, a los que se suman otros 3.600 voluntarios repartidos en los distintos países donde están establecidos.






