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Manuel sale de una iglesia cercana al Bernabéu acompañado de su hijo. Lleva prisa. «No me paro, que no llegamos al fútbol», señala a la carrera. Y es que, el de ayer no era un domingo más para él ni para el resto de aficionados madridistas que vivieron el primer encuentro matutino en el Santiago Bernabéu y que tuvieron que cambiar muchos de sus hábitos para poder cumplir con todas sus responsabilidades.
Igual de bullicioso que en otras ocasiones, los aledaños del estadio mostraban una cara diferente, con una media de edad menor a lo habitual. La cerveza y los bocadillos dejaron paso al café y a los churros, algo de lo que se quejaban amargamente los hosteleros. «No es lo mismo vender un café que una cerveza y un bocadillo», apuntaba Pedro, uno de los camareros acostumbrados a que en día de partido la caja deje muchos más beneficios. Más quejas. A las peñas más alejadas de Madrid les tocó madrugar —mejor dicho, trasnochar— para llegar a tiempo al encuentro. «Salir de Albacete o Salamanca son dos horas de viaje, pero venir de Cádiz o Barcelona, implica viajar durante toda la noche», afirmaba Juanjo, peñista de toda la vida.
Una vez dentro, el ambiente festivo se fue apagando por momentos. A pesar del lleno absoluto que registró el Bernabéu, algo poco normal esta temporada (la crisis afecta a todos los sectores), al público le costó arrancar. Los aplausos a la salida del equipo —que lució una camiseta de apoyo a Cassano— incrementaron su intensidad cuando Cristiano Ronaldo sacó a relucir su Bota de Oro, pero se apagaron con el pitido inicial. «Quiero agradecer a los pocos que estaban detrás de la portería porque si no fuera por ellos pensaría que el campo está vacío», opinó Mourinho después del partido. Una crítica velada a la frialdad del Bernabéu, que solo se dejó oír cuando empezaron a caer los goles.
«Es un día muy feliz»
No fue un gol lo que reactivó al público en el segundo tiempo. Corría el minuto 66 cuando se paraba el encuentro y todas las miradas se centraban en la banda. Allí, nervioso junto a Callejón, esperaba Nuri Sahin, el único fichaje blanco que aún no había debutado. Con el rostro asustado y sin el aplomo que confiere la cotidianidad, el turco saltó al campo nervioso, en medio de una atronadora ovación. Unas palmadas de Cristiano en el centro del campo antes de recibir su primer balón y empezar a soltarse. Toques cortos primero y desplazamientos en largo para terminar. Pocos riesgos, no era el día. «He sentido algunos nervios, pero es normal ya que es mi primer partido delante de la afición», reconoció Sahin, que recibió el cariño de la afición en cada balón que pasó por sus botas.
Su felicidad contagió a sus compañeros, que mostraron su alegría por la reaparición del turco. Mientras, Mourinho se quejó por la falta de criterio arbitral, que ayer les costó un gol ante el Osasuna. «Nosotros ante Olympique marcamos de falta rápida, fue anulado y tarjeta a Xabi. Hoy nos han marcado de falta rápida. Me molesta la falta de criterio en situaciones idénticas», señaló el portugués en el fin de fiesta del Bernabéu.
La lesión muscular de Di María fue la noticia negativa, aunque fuentes del club confirmaron que no era una rotura grave.
