Dos Hermanas: Valme peregrinó sin carreta
Bajo las primeras oraciones de la mañana, la Virgen de Valme amaneció temprano en su templo de Santa María Magdalena. Cientos de fieles aguardaban su salida de las 6.00 horas, para emprender desde la
Bajo las primeras oraciones de la mañana, la Virgen de Valme amaneció temprano en su templo de Santa María Magdalena. Cientos de fieles aguardaban su salida de las 6.00 horas, para emprender desde la Plaza de la Constitución, el camino que les llevaría al Cortijo de Cuarto.
Dos Hermanas celebraba ayer su tradicional peregrinación de junio, que renace cada siete años, como símbolo fervoroso a la Celestial Protectora del municipio. No hace más de ocho meses que saliera de Romería aquel tercer domingo de octubre, pero ayer los nazarenos revivieron un día de auténtica devoción mariana. «Es muy distinto a la romería porque se vive con más tranquilidad, con más cercanía del pueblo y de los hermanos. Todos estamos a la vista y alrededor de Ella», comentó el Hermano Mayor de Valme, José Ramón Gómez Tinoco.
Antigua jamuga restaurada
En andas, la Virgen avanzaba por la calle Canónigo y la Plaza del Arenal, siguiendo sus pasos por la Avenida de Sevilla y la Avenida de la Libertad. Lucía, sobre su cabeza, una mantilla que reposaba sobre su manto celeste de bordados. Sentada sobre una antigua jamuga restaurada en madera de cedro y filos de pan de oro. «Sin carreta, sólo con el acompañamiento de los fieles que andan a su lado», apuntaba el Hermano Mayor.
Llegó a los predios de Cuarto minutos antes de las 9.00 horas. Cumplía entonces seis años y no siete, desde su última entrada de junio (Año Jubilar 2000), para no coincidir con la conmemoración del XXXIII Aniversario de la Coronación Canónica que se celebrará el 23 de junio de 2007. Frente a la ermita, al aire libre, siete aras de flores escoltaban a la Virgen en su altar y exornaban el oficio de la Santa Misa, que presidió el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, por primera vez en la historia. «Tenemos muchas cosas que pedirte, Virgen Santísima, pero esta mañana hemos venido sólo para verte aquí en el Cortijo de Cuarto de Bellavista», enunció el Cardenal mientras pedía «que no falte su ayuda y su protección».
Los cánticos del Coro de la Hermandad de Valme armonizaban la liturgia. «A veces la confianza se tambalea y hay cosas que nos hacen dudar, pero el amor no se puede romper, no hay nada que pueda quitar el amor de una madre hacia su hijo», proclamaba el Arzobispo que fijaba en dos las disposiciones para descubrir la peregrinación. Permanecer con los «brazos abiertos» hacia los hermanos que «encontramos a lo largo de nuestro camino» y «llevar en el corazón, la Ley de Dios».
Estampas para el recuerdo
Terminada la Eucaristía, los más de 4.000 devotos presentes se acercaron hacia la Virgen de Valme para admirarla en su pedestal de flores. Tras un breve descanso, la comitiva se fue alejando de Cuarto en un regreso caluroso hacia Dos Hermanas. Estampas para el recuerdo en la Plaza del Arenal y su paso por Nuestra Señora de Valme (calle Real) hasta llegar, pasadas las 14.00
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