La madre de Iván y Sara muere en Madrid sin recibir la indemnización de la Junta
Carmen Fernández, la madre que luchó por mantener la custodia de sus hijos, Iván y Sara, durante más de once años y a la que la Justicia reconoció víctima de un «calvario» causado por las
Carmen Fernández en una de sus últimas fotografías, con evidentes secuelas de su enfermedad. ABC
Carmen Fernández, la madre que luchó por mantener la custodia de sus hijos, Iván y Sara, durante más de once años y a la que la Justicia reconoció víctima de un «calvario» causado por las arbitrariedades de la política de acogimiento de la Junta de Andalucía y las decisiones adoptadas por el juez de familia Francisco Serrano, ha muerto en Madrid a los 49 años, sola, en una residencia para enfermos terminales y sin cobrar los 1,7 millones de euros que la Audiencia Provincial le otorgó en concepto de indemnización.
La muerte de Carmen fue confirmada ayer por su abogado, Gabriel Velamazán, cuya constancia permitió a Carmen convertirse en una «madre coraje» y acumular diez sentencias a su favor que le permitieron mantener la custodia de sus hijos, hoy dos adolescentes. Velamazán dijo que tuvo conocimiento del fallecimiento de su clienta el martes y sabe que murió en una residencia de la localidad madrileña de Cercedilla, sola, víctima del cáncer de pulmón que padecía desde hacía algo más de un año, enfermedad que, según la sentencia de la Audiencia, era «consecuencia directa o indirecta del sufrimiento soportado» durante todos estos años.
Historia de una lucha
El «calvario» de Carmen, limpiadora de las Tres Mil Viviendas, comenzó cuando en 1996 los servicios sociales de la Junta le retiraron la custodia de sus hijos, entonces de seis y cuatro años de edad, alegando desamparo por el alcoholismo que padecía. Carmen demostró en poco tiempo su total rehabilitación, sin embargo ni el Juzgado de Familia ni los Servicios sociales dieron marcha atrás al proceso de preadopción de los pequeños a una familia de Dos Hermanas. La Audiencia reconoció que los niños tenían que volver con su madre biológica, a la que Sara e Iván daban entonces por muerta, según le refirieron en el centro de menores donde estuvieron acogidos, pero el juez de familia consideró irreversible el proceso tras vanos intentos de restablecer los lazos de unión familiar.
Hace dos años, Sara, que ahora tiene 16, decidió volver con su madre biológica, antes de que la Audiencia reconociera su «calvario» y estableciera la indemnización de 1,7 millones de euros. Un dinero que nunca cobró Carmen al estar paralizado por el Tribunal Constitucional por un recurso en última instancia que sigue pendiente de resolución.
Carmen sólo cobró un anticipo de 210.000 euros antes de que el juzgado retuviera el dinero con apoyo de la Fiscalía, al entender que la modesta capacidad económica de Carmen le impediría devolver el dinero si así lo estableciera el Tribunal. Con ese dinero, Carmen se ha permitido quizás el único «lujo» de su vida, alquilar un piso en una «buena» zona de Madrid, donde residen su madre y su hija Sara.
Con su abogado había hecho planes para Navidad. Le había pedido «gambas, bombones y un póster de Bisbal», pero no dejaba de preguntar qué pasaría si ella moría.
Y sigue siendo una duda. Primero porque hay que esperar a conocer si el Constitucional admite a trámite el recurso de la Junta de Andalucía o si lo desestima, en cuyo caso se haría efectivo el dinero ya aportado por la Administración y retenido en el Juzgado. Se estima que serían sus herederos los beneficiarios de la indemnización. Otra paradoja del caso. Al menos, el letrado de Carmen sabe del interés de Sara por seguir adelante. Iván, que pudo ver a su madre biológica en el hospital hace meses, heredaría junto a su hermana ya que Carmen logró conservar la patria potestad de su hijo que optó por continuar con sus «cuidadores de hecho».
Velamazán calificaba ayer de «absolutamente demencial» y desigual los procesos a los que se había visto sometida Carmen en los últimos once años de vida y que quedan reflejados en los más de 15.000 folios que reposan en una estantería de su despacho. Velamazán resumía en una frase la historia de Carmen: «Luchó en absoluta inferioridad por sus hijos. Vivió pobre y sufrió muchísimo».
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