Robo en viviendas de empresarios de Bollullos con sus propietarios dentro
AMPARO BACA PÁEZBOLLULLOS. Aprovechan que están durmiendo para entrar a robar. Ya ni siquiera utilizan spray somnífero, aunque ejecutan la sustracción de una forma tan sigilosa que es inapreciable
AMPARO BACA PÁEZ
BOLLULLOS. Aprovechan que están durmiendo para entrar a robar. Ya ni siquiera utilizan spray somnífero, aunque ejecutan la sustracción de una forma tan sigilosa que es inapreciable para los habitantes de la casa que se encuentran en una fase de sueño más o menos avanzada. Es lo que les ocurrió la madrugada del jueves al viernes a una pareja residente en la urbanización Las Moreras, de Bollullos de la Mitación.
Encarna y Manuel llegaron a casa sobre las dos menos veinte y directamente se fueron a la planta de arriba de su vivienda para irse a dormir. Sobre las cuatro y media, Manuel se levantó y bajó a la cocina a beber agua, para continuar posteriormente durmiendo. Y ya a las seis menos cuarto era Encarna la que se despertaba para hacer algunas tareas antes de irse a trabajar. Fue a la cocina, vació el lavavajillas, salió al patio a tender una lavadora y llegó al salón. Hasta ese momento fue todo rutinario, pero al entrar al salón se percató de que algo extraño había pasado, porque se encontró una de las ventanas abiertas. Sin embargo, por un momento pensó que podía haber sido un descuido y no le dio la mayor importancia, hasta que se acercó al perchero para coger los bolsos y salir, y ya no estaban.
«Por lo visto entraron por la ventana y se llevaron los bolsos, en uno de los cuales estaba la recaudación del día de la tienda que tenemos», explica. «Hace dos años que también me robaron en la tienda y por eso desde entonces tengo la costumbre de llevarme el dinero para ingresarlo al día siguiente», añade. Y continúa: «Salimos al porche y estaba todo tirado en el césped, incluido el bolso de Manuel, pero ya vacío. Con los nervios desatados nos dimos cuenta de que también se habían llevado el televisor, que estaba en el comedor».
Para poder entrar, Encarna comenta que tuvieron que forzar el cierre de aluminio de la ventana, aunque todavía no se explica cómo abrieron las persianas mallorquinas de hierro, puesto que no tienen ninguna señal de haber sido forzadas. Y tampoco pueden saber a la hora aproximada en la que se produjo el robo, porque no se enteraron de nada. E incluso ahora piensan temerosos en la posibilidad de que los ladrones hubieran estado dentro en el momento en el que Manuel bajó a la cocina a beber agua.
Lo que han podido deducir, según unas pisadas en una pared, por la que es posible que saltaran, es que podría tratarse de dos personas, aunque tampoco se conoce este dato con seguridad.
Banda de rumanos
Según comenta Encarna, la Guardia Civil no tiene claro quiénes pueden ser los autores de los hechos, aunque se barajan varias posibilidades, como que se trate de una banda internacional que actúen guiados por los ladrones típicos del pueblo, que se encargarían de informar en qué casas puede haber recaudación de algún tipo de comercio. En este caso, se llevaron un televisor empaquetado, la recaudación del día que asciende a 1.080 euros, un monitor de ordenador de pantalla plana que estaba preparado para llevarlo a la tienda y el móvil de Encarna.
No contentos con el botín que habían sacado de este chalet, o siguiendo unos planes ya marcados, también intentaron entrar otra vivienda de la misma urbanización, en una calle cercana a la casa de Encarna y Manuel. Aquí la alarma les pilló por sorpresa y aun así se las ingeniaron para «pescar» un bolso que había en la cocina ayudándose del barre-fondos de la piscina.
Sin nada
En esa misma noche, también intentaron robar en la urbanización La Juliana, aunque en esta ocasión la dueña se percató de que había algún ruido en la parte inferior de la casa y no les dio tiempo a bajar cuando saltó la alarma y se fueron sin llevarse nada.
Encarna asegura que «la de robos que está habiendo en el pueblo es horroroso», y que ella se ha sentido en una situación de desamparo. «Cuando llegó la Guardia Civil les dijimos que si recogían las huellas y nos dijeron que en sitios rugosos no tenían ningún fin. Cuando nos robaron en la tienda nos pasó lo mismo. Me sentí desamparada. El portamonedas estaba lleno de sangre y me dijeron que no sabía lo costoso que era analizar una huella de esas. Eso ha pasado aquí sin pena ni gloria. Las cosas materiales se reemplazan pero una vida no, y si me los llego a encontrar dentro de mi casa no sé qué habría pasado, porque el coche estaba visible en el garaje y ellos sabían que dentro había gente».
Según la Guardia Civil, de esa noche sólo hay dos denuncias por un intento de robo y otro por un robo en una vivienda a la que ni siquiera se accedió, sino que se hizo a través de la ventana.
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