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Guardiola y Mourinho se saludan antes del inicio del encuentro
Guardiola no escondió en la previa del clásico ni una sola carta. No iba a cambiar nada en su equipo en el duelo frente al Madrid. En su estadio iban a jugar a lo de siempre. A elaborar y a atacar. Y lo hicieron como acostumbran. Quizá les salió un mejor partido al que podían esperar ante los de Mourinho. Pep sacó el once de gala y el propio técnico se presentó con sus mejores prendas. Y las lució. Se pasó la primera mitad de pie. Al borde del área técnica. Eso sí, sin rebasarla ni por equivocación. Alves, esto. Xavi, lo otro. Messi, juégatela. Piqué, manda. Villa, hoy tienes que marcar. Desde la tranquilidad que le caracteriza no paró de enviar mensajes, porque planteó el partido para que no se le escapase, para derribar al Madrid y para ponerse líder de Primera.
No obstante, la actuación del preparador del Barcelona no fue inmaculada. Le sobró el gesto con Cristiano Ronaldo. El amago con el balón en la banda para luego tirar el cuero lejos de las manos del luso estuvo de más. Algo que pudo dinamitar el partido sin necesidad ni justificación alguna.
Sí estuvo acertado cuando los integrantes del banquillo azulgrana saltaron fuera de sí ante un roce entre Carvalho y Messi, que el argentino exageró y se dejó caer. Guardiola frenó a sus suplentes.
El que no se dejó ver mucho fue Mourinho. No es habitual que el entrenador del Real Madrid pase mucho tiempo en el interior de su banquillo. Y menos en el Camp Nou, como ya hizó cuando dirigía al Inter y se enfrentó a los azulgrana en la Champions. Ayer pudo con él el Camp Nou. Pero, sobre todo, Guardiola y su equipo.
Mou se levantó por primera vez tras el primer gol del Barça. No le gustaba lo que veía y saltó a meter a los suyos en el asunto. Buscó su sitio de nuevo en el banquillo y no apareció hasta que llegó el segundo de los azulgrana. El cabreo y la impotencia le pudieron al portugués. Solución: mostró de nuevo su figura y buscó a su estrella. Mensajes a Cristiano. Levanta esto. Dale la vuelta al partido. Despierta, CR7. Ya no volvió a sentarse hasta que finalizó el primer acto. Frío. Pensativo. Buscando fórmulas en su cabeza aguantó al borde del área técnica.
Sentó a Özil
Su propuesta para el segundo tiempo fue sentar a Özil, que no la olió durante toda la primera parte, y sacar a Lass. Entonces llegó el descalabro final. Antes del cuarto de hora del segundo tiempo cayeron dos más. Chaparrón. Ante la imagen, Mourinho no apareció en toda la segunda parte. Hizo oídos sordos a la petición de la grada que acabó cantando «sal del banquillo, Mourinho sal del banquillo».
