Ni la potentísima megafonía del Camp Nou a todo volumen fue suficiente para poder escuchar los nombres de los jugadores que componían el once del Real Madrid. El asunto, como se esperaba, empezaba caliente. Presión. Tensión. Emoción. Almas entregadas a su equipo más que nunca. Es lo que tiene el clásico. El primero de la temporada fue en feudo barcelonés, y el equipo madrileño y su entrenador lo notaron profundamente.
Los primeros blancos para los seguidores azulgrana estaban cantados. José Mourinho y Cristiano Ronaldo. Al primero le dedicaron una pancarta que rezaba: «Hoy, mañana y siempre, Mourinho traductor». Para CR7, el cántico ya se ha utilizado en otros estadios: «Ese portugués, hijo p... es». La cantinela fue la tónica para el delantero luso, que cada balón que tocaba se llevaba una pitada monumental. Como si de Luis Figo se tratase.
Pero la cosa explotó cuando chocaron Pep y Cristiano. Balón que se va a la banda. El portugués fue a buscarla a las manos de Guardiola, que le amagó el cuero en el área técnica y se la tiró a un lado. El luso le respondió con un empujón. Ahí se armó la tangana y el público explotó contra Ronaldo, que desde ayer desbanca a su compatriota en el número 1 de los odios del Camp Nou.
Precisamente, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, fue preguntado por la mañana, en una intervención que protagonizó junto a su homólogo en el Barcelona, Sandro Rosell, por tales antipatías. «Voy al fútbol desde los cuatro años y he seguido al Madrid por todos los campos de España. Puedo asegurar que yo no veo nada distinto de lo que pasa ahora a lo que pasaba antes», explicó el mandatario madridista.
Pero lo peor para el Real Madrid estaba aún por llegar. La segunda parte fue idéntica a la primera, con Cristiano como foco de las iras del público... hasta el cuarto gol. Desde ese momento, el foco de los cánticos fue el técnico blanco: «Mourinho, vete al teatro», fue el nuevo grito de guerra del Camp Nou. Eso sí, al menos, esta vez, no hubo lanzamiento de objetos... ni de cochinillos.
