La amenaza de otro «decretazo», como sucediera con la reforma laboral, ha comenzado a sobrevolar las discusiones que mantienen patronal y sindicatos sobre la negociación colectiva. Y es que el Gobierno no quiere que el acuerdo se retrase «sine die», tal y como dieron a entender los agentes sociales la pasada semana después de que se cumpliera el plazo (día 18) que recoge la ley de reforma del mercado laboral.
De momento, lo que el Ejecutivo exige es que ambas partes lleguen, cuanto menos, a un principio de acuerdo antes del jueves para que Rodríguez Zapatero pueda presentarlo ese día en el decisivo Consejo europeo que se celebra en Bruselas. Alcanzado ese principio de acuerdo, el Gobierno aceptaría que las negociaciones se prolongaran unos días más, como declaró la semana pasada el titular de Trabajo, Valeriano Gómez.
«Nada de prisas»
Sin embargo, estas prisas no son del agrado de los sindicatos, que las interpretan como una «presión» y una «injerencia», e insisten en que los tiempos de la negociación «los dictamos nosotros y la patronal, los únicos interlocutores válidos en este tema».
En cualquier caso, y después de que Gobierno, patronal y sindicatos firmaran en febrero «a bombo y platillo» el acuerdo social y económico, los agentes sociales están obligados a pactar la negociación colectiva. El acuerdo «creemos que es posible además de ser necesario», dijo el sábado el secretario general de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo. «La reforma es necesaria, importante y muy compleja. Pero no caben las prisas ni las posiciones extremas, como las expuestas por la CEOE», subrayó.
Por lo tanto, la semana que hoy comienza va a ser decisiva, por cuanto los sindicatos tendrán ocasión de explicar sus posturas a Rodríguez Zapatero en la reunión que mantendrán en La Moncloa el miércoles, 72 horas antes de que el presidente del Gobierno se reúna con las 44 mayores empresas del país y la CEOE. Y entre ambas reuniones, el decisivo Consejo europeo de Bruselas.
Importantes divergencias
Las mayores divergencias en las discusiones sobre la negociación colectiva siguen siendo, por un lado, la intención de los sindicatos de tener más presencia y poder de decisión en las empresas y, por otro, el interés de la patronal por tener absoluta potestad en las decisiones que afecten a la flexibilidad interna de las compañías, como las jornadas de trabajo, horarios, movilidad geográfica y salarios.
Otras cuestiones conflictivas se refieren a las pymes, donde CC.OO. y UGT quieren aumentar su representación, y la ultraactividad de los convenios (prórroga automática), que podría limitarse en el tiempo (un año) y, si no hubiera acuerdo, acudir obligatoria o voluntariamente a un arbitraje.
También se incluyó en el temario a última hora el polémico tema de ligar los salarios a la inflación o a la productividad.
