Llegan pilotos y coches a Australia en traslados inacabables —treinta horas de vuelo, dos conexiones desde Europa, días y noches unidos e inescrutables a bordo de un avión— para lanzar la temporada de Fórmula 1 después de la suspensión del estreno en Bahréin. Y se encuentran con un paisaje lunar en el que prevalece una máxima: todo por el espectáculo. Bernie Ecclestone, el supremo, ya no sabe qué hacer para que la F-1 vire hacia otra dimensión: adelantamientos, emoción y alternancia en un deporte en el que priman la tecnología y los coches por encima del talento de los conductores.
ALONSO CREE. Su personalidad se transforma con la competición a la vista. Cree más que nadie en sí mismo y ha transportado esa confianza a un equipo que se obliga a vencer en cada carrera. «Ganar es una ley no escrita, para mí y para Ferrari», ha dicho en una de sus últimas comparecencias. No se pone la venda antes de la herida, no especula con excusas. Se proclama favorito sin miedo a la presión, a la derrota o al qué dirán. El Ferrari no ha sido el mejor coche de la pretemporada, pero el balance de resultados invita a pensar que Alonso puede ganar, como el año pasado, la primera carrera del curso.
FACTOR RED BULL. Asombrosa progresión de un equipo que desembarcó en la F-1 en 2005 como portador de la herencia de Jaguar. El multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz ha transformado a un emporio asociado al glamour y la fiesta nocturna de la F-1 en una escudería de referencia, puntera en diseño y potente en la pista. Como aquel Deportivo de los noventa o el pujante Villarreal de hoy. Vettel, recién renovado hasta 2014, luce el número 1 de campeón del mundo. En el universo Red Bull pulula Jaime Alguersuari, tripulante del filial Toro Rosso y que aspira a ser el elegido si Mark Webber no funciona este año.
LA OBSESIÓN DE BERNIE. Los adelantamientos. El primer ejecutivo de la F-1 no quiere carreras aburridas, coches que mandan el sábado y ganan el domingo sin oposición ni réplica. Ha inventado una solución técnica para 2011, el alerón móvil. Cuando estén a menos de un segundo del bólido que le precede, los pilotos podrán accionar el botón, abrir el ala y evitar la resistencia del aire para conseguir más velocidad. Si esto tampoco funcionase, Bernie ha declarado estar dispuesto a provocar lluvia artificial en los circuitos.
MÁS PARADAS. Un factor puede decantar este año las carreras y desviar el propósito de Ecclestone. Los neumáticos Pirelli se degradan una barbaridad y los equipos ya sopesan la posibilidad de que haya dos o tres paradas en los garajes en muchos grandes premios. La salida de Bridgestone y el ingreso del nuevo suministrador de gomas podría deparar el retorno al pasado: resolución de carreras en las estrategias y clásico barullo de «pit-stops».
SORPRESA MERCEDES. Ojo al dato. El equipo que ha gobernado los últimos ensayos de la pretemporada ha dominado luego el campeonato. Brawn, Red Bull... Este año ha sido Mercedes. El coche denominado MGP W02 ha volado al mando de Michael Schumacher (42 años) y de Nico Rosberg y más de uno habla del bólido revelación.
