Un partido por encima de todos será el paradigma del drama que se representará el próximo fin de semana en la Liga: Real Sociedad-Getafe. Criticada por su falta de emoción (se le ha colgado el sambenito de «liga escocesa»), la competición doméstica ha despachado dos jornadas de infarto para los equipos «pobres». Todos dependen de sí mismos, pero en Anoeta se cruzan dos de los equipos implicados en el descenso. A la Real le vale el empate, pero parece poco probable que en este encuentro se hagan prisioneros. La calculadora juega a veces malas pasadas.
Salvados el Sporting (victoria 2-1 ante el Racing de Santander) y el Levante (empate en Mestalla), dos partidos cuyo pronóstico, para los malpensados, estaba bastante claro, siguen en peligro Mallorca (44 puntos), Real Sociedad (44), Osasuna (44), Deportivo (43), Getafe (43) y Zaragoza (42), aunque con matices. El Mallorca, que hace unas jornadas parecía anclado en Primera, recibe a un Atlético de Madrid que ya ha asegurado plaza europea para el próximo curso. Claro que no es lo mismo ser séptimo y jugar una eliminatoria previa en julio que intentar escalar una o dos posiciones. Con todo, el equipo balear se juega mucho más en el envite que el madrileño.
Tal vez algún «pacto»
El Zaragoza, que parte más retrasado que sus rivales, visita la casa del Levante, que no se juega más que el prestigio. A los maños no les vale el empate. Osasuna juega contra el Villarreal, que ya no puede alcanzar la tercera plaza del Valencia, pero sí tiene garantizada su plaza de Champions. Ambos equipos podrían firmar un empate, suficiente para que los navarros respiren tranquilos.
El Deportivo tenía a priori el calendario más complicado, pues debía rendir visita al Barcelona y recibir al Valencia en la última jornada. El empate en el Camp Nou vale un potosí. Los valencianos ya tienen los deberes hechos. Riazor deberá llevar en volandas a los suyos para salir de este trance. El entrenador del Depor, Miguel Ángel Lotina, regaló una de las imágenes de la jornada siguiendo con sufrimiento el resto de partidos con su transistor. La de Lotina fue la única en el estadio azulgrana. Su gesto compungido en el palco, pendiente al mismo tiempo del juego de sus hombres y de lo que ocurría en los choques de sus rivales directos en la lucha por la salvación, era una estampa que no se recordaba desde los increíbles alirones del equipo de Cruyff.







