Al filo de la medianoche, cinco ciudades estallarán de júbilo. Habrá lágrimas, sí, pero de alegría. Lágrimas de tensión acumulada tras unos días de incertidumbre en los que se asomaron al abismo de la Segunda División. Un pozo deportivo que, en los días que corren, conlleva un peligroso componente económico que puede derivar en la desaparición. Esa angustia que ha recorrido el corazón de miles de aficionados durante toda la semana, solo anidará en una ciudad. Un escudo que, a partir del domingo, tendrá que planificar su futuro en la división de plata. Más allá de los rumores de maletines —se habla de un montante total de 2 millones de euros listos para viajar al vestuario del Levante—, lo cierto es que todos y cada uno de los seis implicados en el descenso dependen de sí mismos, así que ninguno tendrá que tirar de transistor si hace bien los deberes. [¿Qué tiene que hacer mi equipo para salvarse?] Sin opciones de saltar al campo para rematar los balones, las aficiones se han afanado en arropar a sus equipos durante la semana. Optimismo mezclado con nubarrones, a la espera del partido. Noventa minutos de angustia antes de las lágrimas, al borde del abismo.
Una final para el Zaragoza
El Ebro hoy desemboca en Valencia. Más de diez mil aficionados zaragocistas se han desplazado a la ciudad mediterránea para apoyar a su equipo en su reto de la permanencia. El club fletó casi cien autobuses para que la hinchada —que pasa por ser la más crítica con su propio equipo— llene el estadio del Levante y lleve al conjunto aragonés hacia la victoria. La ciudad se volcó desde el primer momento con el equipo. Las 3.500 entradas que el equipo azulgrana ofreció al Zaragoza se quedaron cortas y obligaron al club maño a solicitar otras tantas. Lejos queda ya mayo de 1995, cuando se consiguió la Recopa ante el Arsenal con un gol en el último minuto, pero toda Zaragoza sigue viviendo con el recuerdo de que se pueden conseguir grandes logros si todo el zaragocismo anima a la vez. Hoy volverá a buscar la épica que tan buenos momentos le diera en tiempos pasados. Entre los aficionados, el partido se vive como una final, y la ciudad entera se ha llenado de ilusión por que el Zaragoza permanezca en Primera. Solo se piensa en la salvación porque es lo que, desde hace ya demasiadas temporadas, se vive cada final de campeonato.
La Coruña, azul y blanca
Hace 23 años que el Deportivo no se juega un descenso en el último partido y esa falta de costumbre es la que ha reactivado a la ciudad para arropar al equipo de Lotina. El técnico vasco sí que es un especialista en finales apretados, de los que ha salido airoso en casi todas las ocasiones. A eso se aferra la afición gallega, que tiene previsto llenar Riazor desde una hora antes del comienzo, aunque la concentración de seguidores comenzará a las seis de la tarde, en la plaza de Pontevedra. En la memoria colectiva está aquella infausta noche de 1994 en la que el Valencia dejó sin la gloria liguera al Superdépor, que esta noche repetirá rival, con la intención de que no vuelva a ser verdugo. Desde hace varias semanas, los balcones de la ciudad lucen de azul y blanco, evidenciando un moderado optimismo, que se ha adueñado de la ciudad tras el triunfo frente al Athletic de Bilbao. Tras años de alegrías, el Dépor vuelve a sufrir.
Getafe, ilusión a distancia
Apenas un puñado de seguidores acompañarán al Getafe en su desplazamiento a Anoeta. La Real Sociedad solo ha cedido trescientas entradas a los aficionados azulones, que las agotaron en solo diez minutos. A falta del calor de su público, Míchel se llevará a todos los jugadores hasta San Sebastián, en un intento de que la fuerza del grupo eleve la moral y les aúpe hacia la victoria. Los mensajes que salen de los jugadores y del propio entrenador son optimistas; confían en sorprender a la Real. Los jugadores recibieron el calor de la afición antes de partir hacia tierras vascas. En el Coliséum, un centenar de personas despidieron al equipo, que nunca ha ganado en Anoeta y que, además, no conoce la victoria lejos de Getafe en lo que llevamos de 2011.
El chupinazo de Anoeta
Justo cuando se cumplen 30 años de la primera liga conseguida por la Real Sociedad, el equipo vuelve a verse con la soga al cuello. Si hace unos meses la ciudad se vestía de azul y blanco para celebrar el retorno a Primera, ahora lo hace para impulsar a su equipo hacia la salvación. Las entradas a 10 euros para los socios hicieron que las localidades se agotaran en apenas dos horas, dejando a mucha gente con la miel en los labios. Como siempre, los aficionados que se queden fuera de Anoeta, esperarán el chupinazo que anuncia los goles de la Real. Un ritual que viene de lejos y que se celebrará esta vez más que nunca. Los candidatos al ayuntamiento y a la diputación de Guipúzcoa no faltarán a la cita a menos de 24 horas de las elecciones.
Osasuna, con calma
En mitad del temporal, Pamplona es la ciudad donde más tranquilidad se respira. Hay tantas posibilidades y combinaciones para que se salve Osasuna, que los aficionados esperan el choque ante el Villarreal con ilusión y mucha calma. Ya están acostumbrados a sufrir hasta el último momento, pero conseguir la permanencia en su propio campo es un factor muy importante. Las entradas, que el club ofreció a cinco euros para los socios, se agotaron el mismo día que salieron a la venta por lo que los osasunistas llenarán el campo para apoyar a su equipo y hacer que el encuentro sea una fiesta. A partir de las doce y media de la noche, justo después del partido, la Plaza del Castillo será el lugar donde se celebre la permanencia y se rinda un homenaje a la afición que ha apoyado a su equipo durante toda la temporada.
Un milagro en Mallorca
Hace apenas un mes, el Mallorca hacía cálculos para aspirar a Europa; hoy, lucha por quedarse en Primera. La pregunta que sobrevuela por la afición es: ¿Cómo me puede pasar esto a mí? El derrotismo se ha extendido por la grada, el miedo de que el conjunto de Michael Laudrup no sepa ni pueda reaccionar es acuciante. Solo el empate se considera como un milagro, pues en los últimos partidos el equipo salió relajado, aun cuando ya se estaba jugando la vida. La preocupación es más que evidente, el club, en pleno concurso de acreedores, podría llegar a desaparecer si hoy pierde contra el Atlético de Madrid. Sin embargo, la afición ha respondido a la llamada de socorro del club, que puso las entradas a 1, 3 y 5 euros para los socios y el estadio se llenará por primera vez.
Con informaciones de R. Aznar, E. Amado, I. Reyero, P. Ojer y J. M. Aguiló.
