Tabernas Históricas de Córdoba (VI). Rincón de las Beatillas: Una parada para García Lorca

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Contaba Manuel Carreño en sus Memorias Tabernarias cómo en 1935 estuvo en la taberna Rincón de las Beatillas en compañía de Federico García Lorca y el poeta cordobés Jose María Alvariño. El trío estuvo varias horas una tarde esperando la llegada de la Virgen de las Angustias. Rememoraba Carreño en su texto, escrito en el año 1990, que el establecimiento «se conserva igual que entonces», dando sello de autenticidad a este local que es taberna desde aquella época y antes fue bodega y piconería.

Del año 1700 asegura su actual propietario, Antonio Sánchez, que data el inmueble. «Así consta en el registro municipal». Antaño, narra, tenía vecinos en la parte de arriba mientras que abajo se daba el uso de taberna.

Y eso hasta los años 80 ó 90 del siglo pasado. Algunas de las salas eran negocios como la mencionada piconería, y existieron en sus estancias también carpinterías.

La historia moderna de Las Beatillas se remonta al año 1989 cuando llega Sánchez al lugar. Este tabernero se había curtido de joven trabajando en algunos bares y pubs, como Cromwell, Aljibe y San Francisco. Con 20 años se fue a la mili y al volver, y tras un periodo en el pub San Francisco, se colocó en Casa Pepe de la Judería, cuando vivía el auténtico Pepe. La propiedad cambió y el actual responsable de Las Beatillas se quedó con la gestión del conocido restaurante, entonces solamente taberna.

La sociedad propietaria de Casa Pepe se propuso recuperar tabernas cordobesas. Una fue Las Beatillas. En 1989 Sánchez recala en ella mientras también se encargaba de Casa Pepe de la Judería. Pero la sociedad duró poco y finalmente Antonio Jiménez se quedó en la que desde entonces es su casa, comprándola además en el año 2000. En el 2002 realizó una gran reforma que le dio parte de su aspecto actual. Sería la primera. Otra llegó en el 2012. Al principio vivía en la parte de arriba, pero reconoce con humor que se hartó, y ahora es parte del establecimiento.

Al principio Las Beatillas se ceñía a los platos más tradicionales, como el pescaíto frito, manitas, callos, y algunas tapas procedentes de Casa Pepe de la Judería, como rabo de toro, japuta en adobo, ternera con tomate o croquetas. Poco a poco se fueron añadiendo platos hasta componer una carta amplia que no olvida los de la primera época.

De esta manera ahora destacan, entre otros, ensaladas, revueltos, las ancas de rana (es de los pocos sitios de Córdoba que las tienen) carnes de vacuno y cerdo ibérico y asados como el cochinillo o el cordero. «La cocina es ahora mucho más elaborada», afirma Jiménez, que ya tiene relevo en su hijo José Eduardo. Así que afortunadamente hay taberna para rato. Las Beatillas además alberga a la Peña Fosforito arriba y cuenta abajo con dos tertulias taurinas, Manolete y Chiquilín. La autenticidad está por todas partes, desde el mármol de las mesas y barra hasta el patio típico. Federico García Lorca escogió sin duda bien el lugar en el que hacer una larga parada.

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