Uno de los detenidos en Utrera está entre los delincuentes más peligrosos de España
Poco podía pensar Juan Redondo el pasado lunes, cuando entró en el almacén de la empresa Ayala para apoderarse de 78.000 euros a punta de pistola, que Utrera iba a ser por segunda vez el lugar donde
A los atracadores se les intevinieron una escopeta recortada y una pistola. ABC
Poco podía pensar Juan Redondo el pasado lunes, cuando entró en el almacén de la empresa Ayala para apoderarse de 78.000 euros a punta de pistola, que Utrera iba a ser por segunda vez el lugar donde la Guardia Civil y la Policía Local pondrían freno a sus fechorías, entre las que se cuentan tanto delitos contra el patrimonio, principalmente robos con intimidación, como homicidios, en los que participó en mayor o menor medida; el más sonado, el de un policía nacional, hace ya doce años, cuando junto con otro cómplice intentó fugarse a tiro limpio del Palacio de Justicia de Gijón, donde tomaron un rehén y se hicieron fuertes durante unas horas.
Policía muerto en Gijón
Aquel día, este linarense que ahora cuenta con 44 años, se encontraba en las celdas del Palacio de Justicia de Gijón junto a Santiago Cobo. Ambos habían sido juzgados por desacato y para ello habían sido trasladados desde la prisión Sevilla 2. En un momento determinado, Cobo pidió ir al servicio y un policía se dispuso a acompañarlo. Las crónicas de aquel día relatan que ambos delincuentes se echaron sobre el funcionario y le arrebataron el arma, de la que partieron ocho disparos. Uno alcanzó al policía Juan Andrés Arroyo, otro a Redondo en el pecho y varios más a uno de los siete reclusos que había en la celda y a otros dos funcionarios de Policía. El propio Cobo resultó herido en una oreja.
Aquella fuga fallida no fue la primera de Redondo, que había comenzado su historial delictivo en 1979. Cuatro años antes, en agosto de 1991, cuando ya estaba considerado entre los presos más peligrosos de España y se encontraba dentro del fichero Fies, donde éstos estaban catalogados, protagonizó una sonada fuga desde el barco «J.J.Sister», en el que estaba siendo trasladado desde Tenerife a la prisión Puerto I, en El Puerto de Santa María. En aquella ocasión, junto a José Tarrío, logró reducir a los guardias civiles que lo custodiaban, a los que quitaron las armas y dejaron inmovilizados con sus propias esposas durante la travesía, dentro del calabozo del barco, junto al resto de los presos que estaban siendo trasladados. Allí fueron descubiertos cuando otros guardias que los esperaban en Cádiz subieron a bordo. Mientras tanto, los dos delincuentes abandonaron el buque confundidos entre el pasaje.
Utrera, septiembre de 1991
Seis días después, Redondo fue localizado en Utrera, cuando, de madrugada, se disponía a robar en un bar. Un policía local que lo confundió con un delincuente local mucho menos peligroso le dio el alto y ambos de enzarzaron en una refriega que, a la postre, supuso la detención del peligroso fugado, que ya entonces estaba considerado uno de los presos más peligrosos de España, con una acumulación de condenas de 113 años por asesinato, atentado y quebrantamiento de condena. En 1991 ya había participado en diez intentos de evasión, tres de ellos consumados y en varios motines, lo que le llevó a ingresar en el fichero Fies.
Con todo, el historial de Redondo no terminó allí, pues aún le consta un nuevo intento de fuga desde el penal del Dueso, en Cantabria, donde llegó a serrar los barrotes de su celda con una sierra de diez centímetros.
Su larga actividad delictiva quedó de nuevo truncada en Utrera el pasado lunes, después de que le detuvieran junto con su comprovinciano Antonio Albao, tras atracar el almacén de Ayala, del que se llevaron 78.000 euros amenazando a los empleados con una escopeta recortada y una pistola de fogueo rectificada para hacer fuego real.
Ambos delincuentes fueron apresados después de una persecución en la que participaron unidades de la Guardia Civil y miembros de la Policía Local de Utrera, que llegaron a realizar varios disparos intimidatorios contra la furgoneta robada en la que huían los delincuentes. En la persecución, que contó con una importante colaboración ciudadana, los agentes locales utilizaron un coche inapropiado por su mal estado, sin señales de emergencia y con los neumáticos gastados, según el sindicato Csif, que asimismo criticó que los policía no llevaban chaleco antibalas «pues en la Jefatura no los consideran necesarios»,informa José M. Brazo Mena.
Tras ser detenidos, además del botín y las armas, la Guardia Civil intervino a los fugados las llaves de un todoterreno que está siendo buscado por los alrededores de Utrera.
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