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Marinaleda, donde habitan las termitas

Dicen que Marinaleda es una utopía por la paz y eso han debido pensar también las termitas, porque se han ido todas a vivir a esta pequeña localidad sevillana que con poco más de 2.600 habitantes ha

Una vecina muestra insectos muertos y restos de madera recogidos

Dicen que Marinaleda es una utopía por la paz y eso han debido pensar también las termitas, porque se han ido todas a vivir a esta pequeña localidad sevillana que con poco más de 2.600 habitantes ha visto rota su tranquilidad por el ir y venir de cámaras, redactores y fotógrafos que en busca de las termitas transitan estos días por las calles.

«Marinaleda es mucho más que termitas», dice el encargado de obras y mantenimiento del Ayuntamiento, Eduardo Valderrama, al que una vez más le toca atender a los medios. «Desde luego esto ha sido un boom... en cuestión de tres días han venido todas las cadenas y no se cuantos periódicos», comenta entre risas. Y es que al parecer este fenómeno con el que desde hace tiempo conviven los habitantes de este pueblo se ha convertido en el último tumulto mediático.

Según nos cuenta una de las familias afectadas, las termitas no son nuevas en la localidad sino que hace años que conviven con ellas, hasta el punto de que en muchos hogares se han tenido que cambiar marcos y bastidores de las puertas en dos ocasiones, y precisamente en estos quehaceres se encontraba la familia Cabello cuando hablamos con ella, «es la segunda vez que cambiamos esto», cuenta apuntando a la puerta de su dormitorio, una de las muchas afectadas en su hogar. «Aquí estoy con el insecticida en la mano», apuntan.

Y es que cuando llegamos acababa esta familia de terminar con la enésima matanza de termitas y recogedor en mano nos la mostraban ya extintas. Por lo menos éstas, porque dentro aún devoraban a sus anchas la madera de esta familia. Lo que había en el recogedor no era más que una mínima parte de lo que en otra bolsa había tirado junto a los deteriorados restos de lo que fue su puerta.

Al parecer pueden ser más de 105 millones de estos pequeños animalillos los que a lo largo de 98.930 metros cuadrados del subsuelo de esta localidad pueden campar a sus anchas, según la tesis de una de las varias empresas que han hecho su correspondiente estudio y presentado presupuesto al Ayuntamiento.

De 150.000 a 200.000 euros puede costarle al Consistorio terminar con esta plaga, cuenta el representante municipal, que además explica que tardarían más de dos años en dar por exterminada la plaga y posteriormente tendrían que continuar con revisiones periódicas. «El Ayuntamiento no tiene presupuesto para tanto», afirma. Por eso han solicitado a la Consejería de Medio Ambiente ayuda tanto económica como profesional. De hecho, el primer paso según explica el técnico municipal fue poner el problema «en conocimiento de Sanidad para que realizaran un informe, el cual efectivamente se hizo».

Según los estudios que barajan en el Ayuntamiento, podrían ser de 300 a 400 las casas afectadas, si bien los focos visibles se encuentran concentrados en unas quince viviendas. El Ayuntamiento espera poder hacerse cargo del exterminio de esta plaga de la que ya existen precedentes similares en otras localidades como Estepa, La Carlota, Montilla o Pedro Abad, estas tres últimas en Córdoba y en las que al parecer el tratamiento finalizó con éxito.

Estos insectos buscan la humedad y la madera seca, ingredientes perfectos para una localidad como Marinaleda y una época como un invierno cálido y una primavera lluviosa, lo que podría haber ayudado a su proliferación, si bien como explican los vecinos «no es un problema nuevo, viene de hace tiempo y siempre, pero en esta época va a más».

«Lo peor es el run-rún por la noche», suspira una vecina; «Están toda la noche roen que roen». También esto parece tener sus explicación, ya que estos animales nos pueden vivir a la luz o por lo menos no les gusta. «Mira, mira, ésta está viva», exclama una señora, que explica que «hay termitas más grandes, más chicas, con alas y sin alas».

Así está el panorama en esta tranquila localidad, en el que el insecticida se agota y si nadie lo remedia seguirá siendo ...donde habitan las termitas.

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