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Los muertos que pisamos

TEXTO: M. D. ALVARADO FOTOS: EFE/ARCHIVOSEVILLA. Algunos puede que se estremezcan sólo con pensarlo. Sevilla está llena de vivos y también de muertos.Las obras que sufren los primeros vuelven a sacar

TEXTO: M. D. ALVARADO FOTOS: EFE/ARCHIVO

SEVILLA. Algunos puede que se estremezcan sólo con pensarlo. Sevilla está llena de vivos y también de muertos.Las obras que sufren los primeros vuelven a sacar a la luz los restos de quienes, antes que nosotros, gozaron y sufrieron de esta ciudad. El último ejemplo está en la misma Plaza Nueva, donde los trabajos del tranvía han sacado a la luz restos humanos, presumiblemente de antiguos miembros de la comunidad de religiosos del convento de San Francisco, que se ubicaba en este lugar. Estos restos se suman a las cuatrocientas tumbas que salieron a la luz a principios de 2005 durante las obras de rehabilitación de la cercana de El Salvador, los dos esqueletos que los trabajos del Metro sacaron a la luz en plena República Argentina, los restos de la necrópolis romana hallados durante la construcción del aparcamiento de Puerta de Jerez o los hallados durante la intervención arqueológica del Mercado de Triana.

Son algunos de los hallazgos de restos humanos que más han llamado la atención de los sevillanos, pero no son los únicos ni su aparición es tan sorprendente como, a ojos legos, puede parecer. Fernando Amores, profesor titular de Arqueología de la Universidad Hispalense, explica que los enterramientos que se han ido produciendo en la ciudad tienen unas características definidas dependiendo del momento histórico y algunos son bastantes previsibles por parte de los estudiosos. Así por ejemplo, señala, entre los cristianos eran muy habituales los enterramientos dentro de la ciudad y, fundamentalmente, en los alrededores de lugares religiosos.

Eso supone que todas las parroquias viejas de la ciudad tienen a su alrededor algún punto donde se enterraba a gente, generalmente una plaza donde se sitúa una cruz como elemento identificativo y recordatorio de que allí hay gente enterrada. También los conventos, como el citado de San Francisco, tenían sus propios camposanto aunque los enterramientos variaban según las costumbres de cada orden, en las iglesias se situaban las criptas, donde eran enterrados los nobles que habían ayudado a mantener el convento mientras que los religiosos solían recibir sepultura en el claustro o en un espacio utilizado como cementerio.

También en torno a las antiguas ermitas, como por ejemplo en la Cartuja, se ubicaban cementerios. Muchos de estos centros religiosos realizaban enterramientos «de caridad», niños que morían antes de bautizarse y cuya aparición en años recientes ha dado pábulo a la leyenda que relacionaba a estos infantes con los curas y que nada tenía que ver con la realidad; en la Cartuja, señala Amores, salió a la luz un grupo muy numeroso, como también se descubrieron restos de fusilados por las tropas napoleónicas que a principios del XIX, tras expulsar a los monjes. convirtieron a este monasterio en cuartel.

Pero en Sevilla las obras no han sacado sólo a la luz restos cristianos. La construcción del aparcamiento del Cristina sacó a la luz en el invierno del año 2002 veinte esqueletos perteneciente a una necrópolis romana. Diez años antes, en 1992, los trabajos para la construcción de la actual sede de la Diputación sacaron a la luz los restos de un antiguo cementerio judío y poco después, las obras del aparcamiento de Cano y Cueto hizo que se recuperaran tumbas completas de miembros de la antigua comunidad hebrea. Fernando Amores recuerda al respecto que los judios solían buscar para sus enterramientos un «terreno virgen», que no se hubiera utilizado antes como cementerio, de ahí que eligiesen zonas fuera de las juderías, como este caso.

Por lo que respecta a los enterramientos islámicos, se solían producir fuera de la ciudad de entonces, pero el crecimiento de ésta hace que con una excavación, que tampoco tiene que ser muy profunda, salgan a la luz restos humanos. Esto explica por ejemplo la aparición de los restos en la zona de San Martín y la Alameda, donde explica el profesor de Arqueología de la Hispalense, aparecieron restos de los siglos X y XI, y en el terreno donde posteriormente se construyó el castillo de San Jorge y sobre cuyos vestigios se sitúa hoy el mercado de abastos de Triana.

Pero estos enterramientos, digamos tradicionales, conforme a la costumbre de cada época, no son los únicos que a lo largo de la historia se han producido en Sevilla. La ciudad, como otras muchas, sufrió a lo largo de la historia diversas epidemias, sobre todo en época cristiana. Los fallecidos por estas circunstancias, en vez de ser enterrados en torno a iglesias y conventos, y se inhumaban extramuros por una cuestión ante todo de salubridad, para evitar la propagación de esas enfermedades.

Por ejemplo, se sabe que bajo los hoy jardines 28 de Febrero, los situados delante del Parlamento de Andalucía, del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, se localizan varias fosas comunes donde eran enterrados los fallecidos por la peste y entorno a San Lázaro, hospital construido para atender a los enfermos de lepra, es muy probable que haya un enterramiento similar.

De todos estos enterramientos, el profesor Amores califica como de «muy interesante», por lo inusual, la cripta de niños, donde se dio sepultura a muchos pequeños procedentes de la casa cuna sita en la calle del mismo nombre. También resalta la importancia que estos hallazgos tienen para aportar datos sobre la época en la que se produjeron.

Así las cosas, está claro que es muy probable que aún salgan a la luz muchos más restos de aquellos que vivieron en una ciudad cuya memoria popular aún conserva nombres como la «haza del huesero», en Triana, muy cerca del río vivo, que dan idea de lo que fue la zona antes de convertirse en parte de la actual Sevilla.

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