La siesta es sana... pero sin pijama ni orinal
A.P/ABCSEVILLA. Sostenía Camilo José Cela que una buena siesta debe ser diaria y dormirse con pijama y orinal. Sin embargo, expertos de toda España reunidos en Sevilla no sólo no avalaron la teoría
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SEVILLA. Sostenía Camilo José Cela que una buena siesta debe ser diaria y dormirse con pijama y orinal. Sin embargo, expertos de toda España reunidos en Sevilla no sólo no avalaron la teoría del premio Nobel, sino que relacionaron las siestas de larga duración -más de una hora- con una mayor mortalidad.
El XXXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), que ayer concluyó en Sevilla, cerró sus trabajos abordando uno de las prácticas más extendidas en España. El neumólogo Fernando Masa, jefe del Servicio de Neumología del Hospital San Pedro de Alcántara (Cáceres) -centro que estudió los ritmos biológicos del sueño de unas 400 personas con una edad media de 46 años- señaló que una de las causas por las que algunas personas necesitan dormir habitualmente la siesta durante más de una hora «se debe a que padecen apnea del sueño».
De igual modo, sostuvo que otras de las conclusiones que se desprenden del estudio es que la apnea del sueño «también es la responsable de la hipertensión arterial que padecen», por lo que recomendó a estas personas que acudan a su médico de cabecera, siempre atendiendo al hecho de que «han dormido de media por la noche 7, 4 horas, tiempo más que razonable para estar descansado, pero que aún así necesitan de la siesta».
El dormir la siesta habitualmente pueda ser un marcador de que se sufre de apnea del sueño por la noche, lo que motiva la siesta de tarde. El experto aseguró que en este estudio «se demuestra que la persona que duerme la siesta habitualmente tiene peor calidad de vida que la que no duerme la siesta». Con todo, aclaró que las «siestas breve» de tarde, las cabezadas, «son un hecho fisiológico del que no vemos relación alguna con un problema del sueño».
Según la Separ, las sospechas de los investigadores españoles comenzaron después de percatarse de que la media de horas nocturnas dormidas en más de 4.000 personas estudiadas era de 7,4 horas, un período «suficiente» para reparar el cansancio que se acumula durante un día rutinario, por lo que la necesidad que sentían de hacer siesta se debería a un sueño nocturno corto o de mala calidad.
Al hilo de ello, encuestaron a unas 400 personas y establecieron dos grupos: uno que dormía la siesta habitualmente y otro que no lo hacía. A ambos se les realizaron diferentes pruebas, entre ellas un estudio de las constantes del sueño, apreciando que el grupo familiarizado con la siesta padece mayoritariamente apneas y una alta tasa de hipertensión arterial.
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