Más peligrosa que la dinamita, la hidrazina es lo que ayuda a la ignición de los aviones de combate y de los cohetes espaciales. En concreto los F16 llevan un contenedor de diez litros en los que el treinta por ciento es hidrazina y el resto agua. Cuando el avión pierde fuerza, la hidrazina lo propulsa. Pero este combustible tan poderoso tiene sus contras. Lo vimos ayer, tras la colisión, un infierno de llamas y una columna de humo negro lo inundó todo, porque la hidrazina combustiona al mínimo contacto con el aire. Este combustible se descompone y crea vapores que huelen a amoniaco y es aquí donde aumenta el peligro, por eso los bomberos no pudieron acceder de inmediato a la zona. Si se toca produce quemaduras, si se inhala provoca irritación y edema pulmonar. Son los efectos de la hidrazina que todavía tardarán en desparecer de la base de Los Llanos, en Albacete.
