Economía

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El Gobierno exigirá un 10% de capital básico a las cajas que no salgan a Bolsa

Salgado desoye los reclamos de igualdad del sector y da otra vuelta de tuerca a su conversión en bancos

Día 10/02/2011 - 11.59h
Core capital de alguna de las cajas

Máxima dureza y mínimo interés por las propuestas del sector. El Gobierno exigirá un capital básico del 10% a las cajas de ahorros que antes del mes de septiembre no hayan salido a cotizar en Bolsa o no hayan conseguido un socio privado que aporte al menos el 20% de su capital. Así se desprende de unas cartas remitidas por el Ministerio de Economía a los presidentes de las patronales de la banca (AEB), Miguel Martín, y de las cajas (CECA), Isidro Fainé, y publicadas a última hora de la tarde de ayer en la página web del Ministerio de Economía.

Esta decisión supone aplicar con máxima severidad la horquilla que en su momento planteó la vicepresidente económica Economía Elena Salgado, que fijaba el rango «entre el 9% y el 10%», además de un duro golpe para el sector. El nivel exigido a los bancos cotizados se mantiene en el 8%.

En concreto, el Gobierno aplicará este requisito a todas las entidades que no coticen o no tengan una presencia mínima de inversores privados del 20%, y cuya dependencia de los mercados mayoristas sea de más del 20%. Estos requisitos técnicos suponen en la práctica una radiografía de las cajas de ahorros. El ministerio justifica esta decisión dada «la importancia de que este tipo de entidades mantengan la confianza plena de sus inversores a la hora de acceder a financiación mayorista incluso en circunstancias adversas».

Pero lo cierto es que este anuncio empuja irremediablemente al sector a salir a Bolsa, un escenario en el que ya sólo necesitarían un 8%, cifra que que tampoco será fácil de conseguir, pues la oferta por entrar en el capital de las cajas será enorme y los inversores exigirán unos descuentos muy importantes en sus valoraciones. El nuevo mínimo deja en una situación muy compleja a la práctica totalidad de las cajas y son contadas las excepciones, como Unicaja, que superan la cota del 10%. Se despeja así una de las dos grandes incógnitas que imperaban en el sistema financiero, y parece que también comienza a otearse la segunda: la composición de la fórmula del «capital principal». La misiva recalca la declaración inicial de la ministra: «La intención es establecer, con carácter inmediato, y con el fin de despejar cualquier duda que pudieran albergar aún los inversores, un requerimiento mínimo de capital principal que adelanta los requisitos esenciales de capital establecidos en Basilea III». Tan importante como la cifra final era conocer el método de cálculo de la misma y si éste se construía con las normas actuales de Basilea II (más laxas) o con las nuevas de Basilea III, que penalizan las participaciones industriales y financieras.

La titular de Economía concreta que los elementos que se incluirán en el concepto de capital principal son: «capital, reservas, primas de emisión, intereses minoritarios; más los instrumentos suscritos por el FROB y transitoriamente instrumentos obligatoriamente convertibles en acciones; y, minorados por resultados negativos y pérdidas, activos inmateriales y ajustes por valoración».

Las cajas de ahorros habían solicitado incluir también en este concepto las provisiones genéricas, así como algunos de los fondos de provisión derivados de procesos de integración. Conceptos que, sin embargo, no parece que finalmente vayan a ser incluidos. La única concesión puede venir de la mano de los «intereses minoritarios», un concepto que Salgado incluye en el texto pese a ser excluido por la nueva norma.

Una aplicación estricta de los criterios contables de Basilea III no sólo puede poner en jaque a buena parte de las cajas de ahorros. También los bancos pueden ver disminuido significativamente su ratio de capital. El propio Emilio Botín, presidente del Santander, afirmó durante la presentación de resultados que el «capital básico» actual del banco ( 8,8% a cierre de 2010) se rebajarla al 8,2% si el cálculo se hiciera según los principios de Basilea III.

Pero las sorpresas no cesan ahí. La misiva advierte que «si las futuras pruebas de resistencia que se realicen a los bancos y las cajas ponen de manifiesto potenciales carencias de capital en los escenarios más desfavorables, el Banco de España podrá exigir a las entidades un nivel de recursos propios superior».

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