Sus dos capos eran Sid Griffin y Stephen McCarthy, dos personalidades mental y musicalmente bastante dispares. Pero de estas extrañas uniones (Jagger & Richards; Lennon & McCartney) se ha nutrido siempre el mejor cancionero de la música pop. Ambos músicos conocían bien el inmenso granero de la tradición, pero el grupo se formó en los primerísimos 80 en Los Ángeles, donde la escena punk hacía de las suyas y también les interesó a Griffin y McCarthy. Por ello, sus canciones si bien recuperan ecos de la mejor música country (el propio Parsons, Buffalo Springfield —no tardarán en pasar por aquí—, Flying Burrito Brothers) no faltan en ellas descargas guitarreras de enjundia y ritmo trepidante ensamblado y conjuntado con un juego de voces arcangelical. Se separaron, se unieron alguna vez esporádica, pero sus discos siguen ahí: Native sons, State of Union, sobre todo.
El llamado Nuevo Rock Americano de los Long Ryders, Bodeans, Dream Syndicate, Greeen on Red (no andaban muy lejos los Jayhawks, con los que el propio Stephen McCarthy se iría de bolos años después) pasó a la Historia, pero mucho tuvieron que decir todos estos grupos en el resurgimiento de la música country y de raíz que tantos y tan buenos frutos ha dado en los últimos años. Los Ryders recuperaron un espíritu que parecía desaparecido y que tanta falta le hacía (y siempre le hará) al Rock And Roll.