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«La ciencia y la religión siempre se llevaron bien en mi abuelo»

LOLA RODRÍGUEZSEVILLA. A Ramón González Echávarri se le iluminan los ojos cuando habla de su abuelo, el reconocido catedrático en Farmacología Don Gabriel Sánchez de la Cuesta. Su biografía, elaborada

Ramón González de Echávarri, en las dependencias de ABC. KAKO RANGEL

A Ramón González Echávarri se le iluminan los ojos cuando habla de su abuelo, el reconocido catedrático en Farmacología Don Gabriel Sánchez de la Cuesta. Su biografía, elaborada por su nieto, le ha valido el premio que otorgan conjuntamente la Real Academia de Medicina y el Ateneo de Sevilla en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento y los 25 años de su muerte. González Echávarri, abogado sevillano de 46 años, ha sido nombrado académico y socio del Ateneo, y espera que la obra sobre su abuelo, que impartió clases durante 48 años siendo una importante figura en su época, sea publicada.

-¿En qué medida influyó su abuelo en su personalidad?

-Yo conviví mucho con él, sobre todo en los últimos cinco años de su vida, pasaba mucho por el número 9 de la calle Fabiola. Él falleció cuando yo tenía 21 años y siempre tuvimos un vínculo especial. La ciencia y la religión nunca se han llevado bien, pero en él sí. Fue una persona muy religiosa y eso me ha influido mucho. Con la elaboración del libro he descubierto cosas nuevas que no sabía. Siempre le admiré mucho y sabía que era un ser excepcional, una especie de genio... y muy cariñoso con todo el mundo, no sólo con sus hijos y sus nietos.

-Háblenos del libro...

-He hecho un trabajo cronológico, comenzando desde los antepasados. Me gusta la historia, y he ido recopilando información desde su época infantil en Granada, el estudio de la carrera, su estancia en Sevilla, y su paso por Bruselas, donde estudió durante más de un año y desde donde realizó viajes a Alemania, Inglaterra y Suiza, visitando varios centros de investigación. Edward Zunz, judío, fue su profesor en Bruselas, y allí precisamente conoció a Albert Einstein, cuando pasó de EE.UU. a Alemania. Estamos hablando del año 1933, cuando los nazis ya habían tomado el poder y a mi abuelo le aconsejaron no pasar por Alemania. Él era muy alto, rubio, con una gran nariz. Y mi abuela era morena, de grandes ojos negros. Pero ambos eran cristianos comprobados y no tuvieron ningún problema.

-Le tocó vivir una época convulsa...

-Si, pero él siempre se mantuvo al margen de la política, aunque tenía sus ideas muy bien definidas. Era católico practicante, españolista y monárquico. Fue amigo de Teófilo Hernando, uno de los hombres que trajo la República, y de Gregorio Marañón, pero tenía por principio no hablar nunca de política ni de religión con ellos. También tuvo como buenos amigos a otros médicos muy conocidos de la época, como Luis Felipe Martínez, Rodrigo Tallón o el cirujano Salvador Morales y recibió las grandes cruces de las órdenes de Sanidad y de Alfonso X.

-¿Se plantea repetir la experiencia literaria?

-Si, se podría decir que me ha picado el gusanillo... Tengo como amigos a Fernando de Artacho y Felipe Campuzano, dos escritores sevillanos, que me podrían asesorar. Me gustaría hacer una novelita, que plasmara mis experiencias en la vida...

-¿Cómo se ha sentido por este recocimiento a su trabajo?

-Pues muy feliz y muy orgulloso. Fue un día memorable, en el que estuvieron muchas personalidades, como José Joaquín Gallardo, decano los abogados, una persona muy cariñosa. Especialmente contenta está mi madre, que era hija de Don Gabriel. Pero más orgulloso me siento yo de ser hijo de mis padres, Ramón y Araceli. Ser su hijo ha sido lo más importante que me ha pasado en la vida.

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