Convivir con el miedo

Desde hace dos meses viven con el miedo en el cuerpo. Y ni siquiera duermen porque cuando consiguen conciliar el sueño los constantes chasquidos de los edificios que no dejan de moverse los desvelan

Diego muestra el shunt, cuyas grietas fueron grapadas, aunque han vuelto a salir un poco más abajo debido a la tensión FOTOS: ROCÍO RUZ

Desde hace dos meses viven con el miedo en el cuerpo. Y ni siquiera duermen porque cuando consiguen conciliar el sueño los constantes chasquidos de los edificios que no dejan de moverse los desvelan. A esa intranquilidad suman el no tener una respuesta clara del Ayuntamiento, ven que sus casas se deterioran, ignoran que les puede pasar y no tienen respuesta cuando piden que se refuercen los cimientos.

Los bloques afectados por el aparcamiento de Crucero Baleares tienen diez años, ya que se entregaron en abril de 1998. Aunque el que más se ha movido por las obras es el número 34 en el 32 también hay desperfectos, y los que más lo sufren son los pisos que están pegados a la unión de los bloques y cuanto más altos peor.

Jacinta Barrera vive en el sexto A del número 32. Su terraza está justo al lado de la del sexto B del número 34 donde el día 19 de noviembre se desprendió un cascote de la cubierta. Jacinta dice que en la junta de dilatación cabe ya una mano y que debido al movimiento han saltado hasta los plintos, y cada día le salen más grietas en la terraza. También tiene abofados los azulejos de los cuartos de baño

Dice que ella es propensa a tener depresiones y desde que empezaron los problemas no vive: «Me han tenido que cambiar hasta el tratamiento. No podemos dormir ni de día ni de noche. Me acuesto con el miedo de que en cualquier momento pueda pasar algo. Cuando oigo que cae arenilla me despierto y ya no me duermo más». Comenta que notan diariamente como el bloque se mueve y que las grietas continúan saliendo.

Los mismo problemas de sueño tiene Diego Tavero que vive en el quinto B del bloque 34 y toma diariamente cuatro o cinco tilas dobles. Desde el 7 de noviembre día en que estalló el problema duerme en el sofá del salón porque en su cama no puede: «De dos a cinco de la mañana cuando todo está en silencio se oyen los chasquidos como de algo que se rompe o se desprende y cae». Dice que de salud está cada día peor y que se le están «descomponiendo los nervios» por la injusticia que cometen con ellos y por «las mentiras que no están echando». Diego confiesa que se sale de sus casillas y está que «explota» y sus hijos le dicen que se calme. Su mujer Estrella comenta que «se va a morir no de que se caiga el bloque si no de que le va a dar algo».

A Diego, como a Jacinta, le inquieta la falta de preocupación del Ayuntamiento y asegura que les están mintiendo. Diego llegó a decírselo al delegado de Movilidad en la reunión del 20 de noviembre: «Le dije «señor usted está mintiendo porque lo están engañando» y me dijo que a qué me dedicaba. Yo he estado en una empresa de materiales de construcción pero tengo experiencia». También se enfadó cuando les pusieron un vídeo mostrando una terraza con rajas diciendo que eran sus bloques, y eran otros de otro barrio.

Los dos, cada uno a su manera, luchan por una solución a este problema que les ha cambiado la vida y que puede destruir todo por lo que han luchado. Jacinta es trianera de pura cepa y siempre ha vivido en Triana: «Esta es mi casa y quiero vivir tranquila porque nos está costando mucho trabajo pagarla. Tengo 55 años, no puedo empezar de nuevo a la edad que tengo».

Para Diego en esta casa están todos los ahorros de su vida: «Somos de un pueblo de Badajoz y nos vinimos aquí porque mis hijos estudiaron y se casaron aquí. Me vine para estar con mis hijos y mis nietos».

Sin peligro y por escrito

El día a día de Jacinta y Diego está ligado al problema de los bloques. El marido de Jacinta lo primero que hace por la mañana es asomarse y luego a mediodía: «Estamos todo el día pendientes y esperando que llegue alguien y nos tranquilice. En las reuniones semanales que tenemos los vecinos sólo escuchamos que hay más grietas». Por eso días atrás Jacinta se fue a Urbanismo. Estuvo en Información, en Patrimonio, en Disciplina y en Conservación de edificios. Allí en la caracola 7 el técnico Álvaro Gómez de Terreros le dijo que mandaran un escrito y que enviarían un técnico a ver los bloques.

El mismo martes Concha Sánchez, la portavoz vecinal, lo envió por fax. Jacinta dice que quiere que un técnico cualificado les asegure que no hay peligro por escrito, y si hay peligro que se actúe: «Lo que no podemos es vivir en una incertidumbre continua, ya que nadie se dirige a la comisión para informarnos. No nos dejan acceder al proyecto de la obra ni nos dan información. Lo único que nos han dicho es que cuando acabe el aparcamiento ya hablaremos con los seguros. Cuando nos aseguren que a nuestros bloques no les pasa nada queremos que el aparcamiento lo hagan cuanto antes porque Triana se beneficia».

Diego es como el vigilante del bloque 34. Él diariamente visita todas las zonas comunes de la casa y va tomando nota de todas las grietas que van apareciendo. Dice que teme que haya una viga dañada que de la cara dentro de unos años cuando no haya solución. Las grietas son, por ahora, muy pequeñas, pero son muchas. En su casa hay algunos desperfectos pero nada alarmante: se ha desprendido la placa de escayola de la lámpara. Hay grietas en el techo de la cocina y varios azulejos huecos, así como en los cuartos de baño.

En su terraza, separada solo por una chapa de la del mismo piso del bloque 32, hace mediciones. Antes, las dos estaban al mismo nivel. Ahora el suelo del bloque 34 se ha hundido 4,5 milímetros respecto al 32. Asimismo, la separación del suelo entre ambos bloques es 47 milímetros y el edificio se ha desplazado 32 milímetros hacia delante. Cómo para no vivir con miedo.

Viven con la amenaza de perder sus casas, en las que han invertido sus ahorros, y no reciben una respuesta clara del Ayuntamiento. Cuentan grietas nuevas todos los días y dormir es un lujo que no está a su alcance

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