De plato en plato por la provincia de Sevilla

TEXTO Y FOTOS: ALBERTO MALLADOAunque con tardanza, el otoño se va abriendo paso y con él, va apeteciendodesarrollar una acentuada costumbre en Sevilla: la de darse un homenaje gastronómico en los días

En Alcalá, el restaurante Bernardo cuenta con un museo del pan (arriba). A la derecha, bares en la plaza de abastos de Carmona

TEXTO Y FOTOS: ALBERTO MALLADO

Aunque con tardanza, el otoño se va abriendo paso y con él, va apeteciendo

desarrollar una acentuada costumbre en Sevilla: la de darse un homenaje gastronómico en los días de fiesta. La opción tradicional para muchos sevillanos a este respecto es el Aljarafe, donde se ha creado una auténtica industria culinaria. Pero más allá de esta comarca hay un completísimo abanico de opciones para segregar jugos gástricos en masa. Aquí van algunas opciones en la provincia de Sevilla y a distancias muy asequibles de la capital.

Alcalá de Guadaíra

Si se piensa en comer en Alcalá hay una condición imprescindible para cumplir que es comprar unas piezas de pan del pueblo que se hizo famoso por ser el suministrador de este producto a Sevilla. Si pasamos a sentarnos hay opciones muy suculentas.

El Rincón de Bernardo. Es una opción de lujo para comer a un precio asequible. Es un restaurante en el que todo es auténtico, desde la decoración, hecha a base de elementos taurinos y flamencos con el toque de cuadros de buen gusto, hasta la calidad de los ingredientes y la elaboración de los mismos. Dispone de dos comedores, uno de ellos es el denominado la Cueva, donde se puede disfrutar con mayor tranquilidad de la comida. La carta es variada y aúna platos tradicionales con incursiones en tendencias más actuales. Prueba de ello son las sugerencias que nos hacen: Alcachofas de Temporada con almejas a la marinera; Calamaritos en su tinta rellenos de chicharrones y arroz al curry; Espárragos «cojonudos» con virutas de jamón y ajos confitados; Arroz caldoso con carrillada Ibérica; Bacalao confitado con sofrito de tomate, puré de patatas y albahaca; Chuletitas de cordero lechal al jerez con habitas baby; Crema de Nueces con espuma de leche merengada o Tartita de chocolate blanco y frutos rojos.

Otro de sus platos fuertes es el servicio. El dueño Bernardo recibe a los clientes y lo supervisa todo para que esté a su gusto. Sus dos hijos, Toni y Juanma le ayudan y aportan el cuidado y la dedicación propia de un establecimiento familiar. Esta en la calle Silos.

Restaurante Pinichi. Es un auténtico clásico de larga trayectoria cuyo nombre resulta imprescindible para los aficionados al buen comer de la provincia de Sevilla. Es restaurante de artistas, políticos y toreros y una inmejorable opción para quedar bien si se tienen visitas foráneas en estos días. Imprescindible el arroz con perdiz, verdadera especialidad, creada originariamente por Manolo «Pinichi». Antes de meterle mano a esta especialidad se puede ir abriendo boca con unas buenas croquetas, un excelente jamón, una pringaíta y un pescaíto frito de primera. Y para quien haya ido más veces y ya haya recibido su bautizo de perdiz, hay una carta amplia y bien surtida a la que se han incorporado nuevos platos con el reciente cambio de dirección a manos del conocido restaurador alcalareño Mario. Es el caso del rape al aroma del Cantábrico o de la parrillada de verduras. Y en los postres también hay mucho y rico que probar. Por ejemplo, las poleás, un plato muy alcalareño; la leche frita o el hojaldre relleno de crema tostada con chocolate caliente. El restaurante está a la entrada por la carretera vieja de Sevilla, en la calle Orellana.

Bar Jacaranda. Si en lugar de comer a mesa y mantel, la opción es hacerlo tapeando, Jacaranda es una excelente opción. No hace mucho que abrió, pero ya se ha convertido en imprescindible, y lo ha hecho a base de una cocina innovadora y muy cuidada. Puede recomendarse el paté, el queso al horno, unas ensaladas innovadoras y unas carnes a la plancha siempre de calidad. Pero lo mejor es esperar a ver lo que hay ese día escrito en la pizarra, porque las posibilidades se renuevan a diario en función de la disponibilidad de las materias primas y de la inspiración del cocinero. De todas formas, si lo hay pidan algún revuelto que posiblemente les sorprenda. Pero déjense llevar porque puede haber desde raviolis hasta arroz. Y en los postres más sorpresas. Si piensan que la combinación de helado de chocolate y aceite de oliva es algo antinatural, pruébenla y verán como cambian de idea. Está en la rotonda de San Francisco.

Confiterías. Coman lo que coman, deben dejar un hueco para el «dulcecito» de la sobremesa. Aquí hay dos opciones y un dilema. Dos confiterías de quitarse el sombrero, en los dos extremos de la calle Nuestra Señora del Águila. Cerca del Ayuntamiento, la Centenaria con sus tortas de Alcalá, sus dulces

elaborados en un horno tradicional. En el otro extremo, ya en la Plaza Cervantes, San Joaquín «la casa de las afamadas bizcotelas», una delicia rodeada de una extensa variedad de dulces muy elaborados entre los que los «rositas» levantan pasiones. Y en ambas el tocino de cielo. Comparen y juzguen. Les resultará complicado.

El Viso del Alcor

Capote. El nombre de este bar es sinónimo de menudo. Hay que probarlo, porque figura como referencia mítica de elaboración de este singular manjar. Seguro que conocen a alguien que se lo ha nombrado entre calificativos de excelencia. Si se va a este bar no se puede salir sin probarlo y es raro que no se repita. Y es frecuente llevarse una tarrina para casa. Dicen que de un día para otro está más bueno. El bar no tiene pérdida está en la travesía de la carretera de Carmona, junto al mercado de abastos.

Indalecio. Otra buena opción en la localidad visueña. Es un restaurante con una carta interesante y donde está asegurado que se acierta con cualquier elección. De todos modos, resulta imprescindible probar el pan de la casa de anchoas con ali-oli.

Carmona

El creciente peso turístico de la ciudad de Carmona ha hecho que se su oferta gastronómica se haya multiplicado, en la gran mayoría de los casos, siguiendo criterios de calidad. Las opciones son muchas. Ahí van algunas.

An cá Carmela. Si el día está soleado resulta una elección ideal porque dispone sus mesas en la Plaza de Abastos, en un marco monumental y muy agradable, donde hay varios establecimientos que han transformado en bares, antiguos puestos del mercado. Ofrece platos clásicos y otros muchos que sorprenden. Varios de ellos con inspiración en la cocina árabe, como las berenjenas con miel, o en recetas clásicas de la zona, con el empleo de elementos como los frutos secos o el hojaldre.

Sierra Mayor. Resulta todo un lujo comer en la que fuera Casa Palacio Marqués de las Torres, que ahora se ha convertido en Museo de la Ciudad. En lo que fueran las cuadras, a la entrada se ubica este restaurante que hace honor a su nombre en la calidad del jamón que utilizan en la elaboración de muchos platos. Son muy recomendables el pisto de verduras, las croquetas de espinaca y queso o los duelos y quebrantos, una vieja receta que aparece citada en el Quijote. Si se buscan restaurantes de elevado nivel, hay muchas opciones, todas de calidad. Se come muy bien en los restaurantes del hotel Alcázar de la Reina, el Hotel Casa de Carmona, en el restaurante San Fernando o el Parador. Este último es cita casi obligada para tomar el café y probar alguna de sus exquisitas tartas.

Mairena del Alcor

Restaurante el Cine. Dispone de amplios salones para degustar una cocina tradicional que resulta muy del gusto de los vecinos de la comarca a juzgar por la abundancia de público que presenta los fines de semana. Su carta, bastante extensa, se basa en la calidad de los productos clásicos: mariscos, pescados y chacinas. Está en la calle Cantarito, 12.

Arahal

El Rincón de Antonio. Esta localidad cuenta con una enorme cantidad de bares entre los que resulta difícil la elección. Por centrarnos podemos quedarnos en el Rincón de Antonio. Allí podemos probar su arroz con perdiz, el lechal al horno, la cola de toro a la Real Maestranza, el revuelto con tagarninas, un plato típico de Arahal, o las aceitunas prietas.

Osuna y Estepa

Osuna cuenta entre sus platos típicos con la ardoria, la repapalilla (unas tortitas de bacalao que se comen sobre todo en Semana Santa), las gachas o la carne al jerez. Y si les queda hueco para un dulce que sean «las aldeanas» de la confitería Santo Domingo, un bollo relleno de crema de batatas, o los dulces del convento de la Encarnación. Pásense por Casa Curro y su asombrosa variedad de tapas, el Mesón del Duque, la taberna El Raspao o el Molinillo. Y en Estepa no deben irse sin tomar la carne al tomillo, receta de cazadores y gente del campo, el pollo al limón, el arroz con castañas, las migas, las asopaipas (una torta de harina que lo mismo se toma de primer plato que de postre con chocolate o limón), y los ochíos de Semana Santa. Y no se vayan si pasarse por los bares Kiko o Morocho, o los restaurantes Balcón de Andalucía o Manantial de Roya.

Los Palacios

Manolo Mayo. La consideración de este restaurante como uno de los templos de la gastronomía sevillana se extiende hace tiempo como una mancha de aceite en un plato. Primero lo hizo rebasando los límites de la localidad y llegando hasta toda Sevilla, pero el «aceite» de Mayo ya llega a toda España. Una prueba es que hace poco ha recibido el Primer Premio en el apartado de «primeros platos» en el concurso celebrado en Valencia dentro de unas jornadas gastronómicas denominadas «Nuevos Horizontes en la Gastronomía Tradicional». El plato ganador fue el «Timbal de setas con foie y queso de cabra», pero cualquiera de los que ofrece en su carta Manolo Mayo hubiera salido bien parado del concurso. Especialidades como las milhojas de salazón, el arroz con perdiz, arroz meloso con bogavante o caza, solomillo de ternera, en salsa de ciruela con pasas y piñones, son excelentes. Y para el final están los postres: clásicos y espectaculares. Todo un compendio de cocina tradicional con toques novedosos, que lejos de desvirtuarlos, incrementan sus matices.

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