La pasarela Cibeles de los pájaros
Por ALBERTO MALLADOLos pájaros tienen su pasarela Cibeles. Pero a diferencia de lo que ocurre con los humanos, en los modelos alados están permitidos un amplio abanico de formas, tamaños y colores

Por ALBERTO MALLADO
Los pájaros tienen su pasarela Cibeles. Pero a diferencia de lo que ocurre con los humanos, en los modelos alados están permitidos un amplio abanico de formas, tamaños y colores. Los más demandados, los canarios. Pero también hay modelos de procedencia exótica en este muestrario de naturaleza vestida con sus mejores galas. Las pasarelas proliferan estos días por los pueblos de Sevilla, uno de los centros fundamentales de la ornitología Española y por ello mundial.
Son los concursos de pájaros, en los que estas aves compiten en belleza y originalidad, bajo los dictámenes de jueces especializados. Hasta el domingo puede verse uno de estos concursos en Dos Hermanas. Pero son muchas las localidades que compiten a su vez por albergar el concurso de mayor prestigio y con mejor calidad. La semana pasada fue Alcalá de Guadaíra, donde pudieron verse 1.200 pájaros. Y en próximas semanas serán los concursos de Marchena, El Viso del Alcor o Arahal. Luego los criadores sevillanos marcharán con sus mejores pájaros hasta Villafranca de los Barros en Badajoz, para competir en el campeonato de España, de donde suelen traerse un buen número de medallas.
La afición está estos días de enhorabuena puesto que durante meses temieron que la gripe aviar impidiera la celebración de los concursos para evitar contagios. Pero finalmente, se han autorizado estos concursos, una vez que han demostrado a las autoridades que tanto sus criaderos, como locales de concursos están aislados del exterior y sin posible contagio con aves silvestres. Lo malo es que se han visto privados de la celebración del Mundial que estaba previsto en la cercana localidad cordobesa de Montilla, puesto que las prohibiciones sobre movimientos de aves entre países son más estrictas.
Con todo, durante estos días, son muchas las personas que se afanan en azoteas, cuartos ganados al patio, balcones o habitáculos diversos en preparar a sus pájaros para competir en belleza con otros miles de ejemplares. Es la hora de la verdad. El momento de ver si el esfuerzo de un año de cría y de varios de selección y trabajo permite acceder al criador a la gloria de los premios.
En los concursos se observan aves seleccionadas con rigor, educadas para mostrarse erguidas y arrogantes ante el juez, alimentadas para que su plumaje brille y criadas con estrictos criterios genéticos para ir depositando en el minúsculo cuerpo de un pajarillo las características que lo hagan merecedor de los galardones.
Una guía abreviada para lograr un canario (la especie de jaula más abundante) ganador puede ser la siguiente. A primeros de año el criador ha de decidir cuales serán las parejas que se pongan a reproducir. Esto consume horas de reflexiones y observación. Se busca que el macho compense los defectos de la hembra y viceversa; que el tamaño de uno vaya en proporción al de otro o que uno pueda aportar nuevos caracteres. Se consultan los libros de cría para conocer el patrimonio genético que cada ejemplar puede aportar, se hacen tablas de apareamiento según las leyes de Mendel; es necesario tener en cuenta los caracteres dominantes y recesivos; muchos canaricultores cifran incluso un índice de consanguinidad entre sus ejemplares que buscan mantener para crear una línea uniforme de ejemplares. En ocasiones, el trabajo selectivo se plantea a años vista, según un programa de cruzamiento establecido, para lo cual existen tablas de aplicación creadas por genetistas.
Con las parejas ya hechas, llega el tiempo de la preparación. En primer lugar se les va aumentando de forma artificial las horas de luz, para que los animales entren en celo antes y no sea necesario que estén criando cuando llegan los calores del verano. La alimentación es clave en este periodo, puesto que el pájaro ha de conseguir las reservas necesarias para la reproducción. Se realizan tratamientos con productos veterinarios para asegurar la fortaleza de los ejemplares y se inicia la cría. Los cuidados a lo largo de esta época pueden llegar a ser obsesivos. Cada pajarero tiene sus propios métodos. Hay incluso quien prepara la alimentación de las crías haciendo un pastel de bizcocho en el horno que luego desmenuza para darlo a los pequeños. Y en todos los casos, las mezclas adquieren proporciones de dotaciones alquímicas. Cada uno emplea los alimentos que considera más energéticos. A los cinco o seis días de vida hay que hacerle el carné de identidad a los nuevos ejemplares. En sus diminutas patitas se coloca una anilla de metal, de forma que al crecer el ave será imposible extraerla. En la anilla va toda la información necesaria para identificar al pájaro en cualquier lugar del mundo y saber quién es su criador. Observándola se puede saber el país, el año de nacimiento, la clave del criador y un número de serie, que se utiliza para la identificación en los concursos y en el propio criadero.
Las aves siguen creciendo mimadas y cuidadas hasta que llega el verano y con él, una nueva fase de preparación. Es necesario que el pájaro mude bien para que logre un plumaje sedoso y brillante. Algo después llegará la preparación específica para los concursos. Se colocan en jaulas idénticas que luego serán su habitáculo de enjuiciamiento para que no extrañen su nuevo hábitat. Se les acostumbra a la abundancia de presencias humanas y al ajetreo de personas, para que estén tranquilos durante enjuiciamiento y exposición. En el caso de las aves de postura es algo más complicado. Hay que enseñarles a que adopten la forma adecuada según la especie. El Giboso en forma de uno, el Gibber de número siete; el Scotch en semicírculo.
Todo este proceso da como resultado lo que puede verse estos días en los concursos de las distintas sociedades de Sevilla. Una espléndida muestra de la variedad de la naturaleza y del esfuerzo del hombre para crear belleza a partir de la materia prima de la vida. El panorama de una exposición permite una interesante visión en la que la mayoría son canarios, el ave de jaula por excelencia y la que despierta más pasiones. Es posible observar una variedad de colores que abarca la práctica totalidad del espectro cromático. Desde ejemplares completamente blancos, hasta los clásicos amarillos, o canarios de un rojo brillante propio de aves exóticas, ejemplares de gran oscuridad, otros del color del bronce, verdes radiantes, aves de delicados tonos rosas, una amplia variedad de tonos marrones y grises con reflejos de piedras preciosas como el ágata o el ónice. Eso sólo en cuanto a los ejemplares de color. El otro gran grupo de canarios es el de los ejemplares de postura. Son ejemplares sorprendentes, modelados por siglos de selección humana para darles formas redondeadas, rizos espectaculares en el plumaje o graciosos copetes sobre la cabeza.
Además de los canarios hay otras variedades de pájaros. Desde psitácidos entre los que figuran loros en miniatura, hasta aves propias de la fauna europea criados en cautividad. En incluso híbridos de varias especies, en lo que constituye un desafío a las reglas de la propia naturaleza, y que permite crear aves únicas e irrepetibles que constituyen el orgullo de su criador.
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